Hubo un tiempo en el que México recibía a exiliados políticos, destacadamente a los perseguidos por Francisco Franco y a los perseguidos por las dictaduras sudamericanas.
Francesca Gargallo extrae de ese periodo a un personaje, tal vez argentino que vive su alcoholismo, su derrota y numerosas agonías en México, para escribir el cuento "Y una voz que decía", inédito hasta que fue publicado en el número 10 de "Para leer de boleto en el metro"
Todo alcohólico necesita su contraparte para ejercer su patología, tal contraparte se conoce como codependiente; Francesca acierta al colocar en su cuento a un personaje que funge como codependiente aunque no logra del todo una buena caracterización.
Al unirse al alcohólico el codependiente persigue un objetivo: uno es llenar un vacío existencial tratando de rescatar a su alcohólico, el problema es que mientras exista alguien que se ocupe de resolverle la vida al alcohólico, éste no va a tocar fondo, por lo tanto no va a sentir la necesidad de sanar y entonces todo intento del codependiente por rescatarlo redunda en hundir más al alcohólico en su enfermedad.
De todos modos el cuento es bastante disfrutable, no sé si solamente se encuentre en este número de "Para leer de boleto...", ya lo busqué en Google y no lo encontré.
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