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¿Qué se va a acabar primero?

martes, 18 de octubre de 2016

En la siguiente página lees una semblanza de la mujer poeta, Dolores Castro. Cierras el libro: Leer de boleto en el metro Número 10.

Te apresuras para abordar el vagón del metro, miras codiciosamente el pequeño espacio que queda entre los dos asientos del fondo; lo ocupas triunfal. Te colocas los anteojos para leer y abres el libro en la página 27. Las líneas te transportan muchos años atrás, cuando el mundo era nuevo y todo merecía ser observado, escudriñado y todo era maravilloso:

"El fulgor en el baño del zenzontle,
un sacudir de gotas irisadas
entre las pardas plumas,
eso es la infancia.

Después, queda la jaula,
después las cuatrocientas
voces del alma
por los cuatro horizontes separadas.
El incienso azulea, se levanta,
y se acercan las sombras,
y se agrandan.

Cuando levantas la mirada te das cuenta que otra ve el metro tomó aquel hoyo de gusano y por eso no sentiste transcurrir el tiempo; ya llegaste a tu destino. Abordaste neurótico, tenso, fastidiado; sales más que relajado, para decirlo en palabras de tus abuelos, lacio, como flotando. en tu cabeza resonando los versos de la mujer poeta que habla de la muerte.

Tú tienes tus propias ideas al respecto, pero la mujer poeta no te contradice, solamente lo expresa como no imaginabas que se pudiera expresar:

"Desde la tierra hendida como boca
suave, terriblemente transitoria,
te espero.

Me arrancará de golpe como arrancan
a la ternera hambrienta
de su pecho.
Estas estrellas, dulces como leche,
estos dias de octubre
en que dan ganas de abrazar el cielo,
no me los llevo.

Este amor que yo tengo
torpe y delgado como mis brazos,
aquí los dejo."

Caminas pensando en los temas de los que habla la mujer poeta, no es que nunca hubieras pensado en ello, de hecho no es que no pienses...¿piensas?

"El viento me desata
una flor en el pecho.
Se me pone a cantar el
hijo que no tengo"

La mujer poeta te dice que en las pasiones desatadas no está el amor:

"No es el amor el vuelo.

Es lo que va despacio
elevándose apenas, flotando como espuma
adherida, adherida.

Es lo que arrastra el agua sin ahogarlo.

La rama verde de cualquier diluvio,
lo que guarda humedad de los diluvios
porque se hundió y flotó.

Es lo que no se ahoga entre lo ahogado.

Soplo de aire
que hiende las aguas
y enseña la primera
corteza de la tierra.

Es lo que lleva esa mujer, flotando,
cuando encuentra a ese hombre, flotando,
para quedar, pie firme,
hasta donde las aguas, el pedernal del viento,
el oriente o el norte,
ya no han de separarlos.

Es lo que abriga en las cuevas del hielo;
lo que les nace en hijos
que se distinguen de los monos ágiles
porque saben que temen
y no saben que aman.

Lo que les nace en hijos
que se distinguen de los pájaros
porque saben que vuelan
y no saben volar,
son las flores que brotan
adheridas espumas de la tierra.

Es la carrera de los conejos,
relámpago entre la hierba,
latido ahogado
en las profundidades
de las cuevas.

No es el amor el vuelo.

Es lo que va despacio
de oriente agua a norte viento
y fuego, y tierra,
y flor.

Es el estrecho abrazo
bajo la misma manta
que produce los días.

Abraso sol y tierra,
y las manos que se abren.

Es tierra, vida, madre:
son los vientres
en donde asoma el rostro de la muerte
y pasa
como ceniza leve
que flota en el agua.

Ceniza que remueve el viento,
que corona al fuego,
que calienta
en el manto de la tierra."

En la siguiente página lees una semblanza de la mujer poeta, Dolores Castro. Cierras el libro: Leer de boleto en el metro Número 10.

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