De Diaz Ordaz al "Charolazo"

Nací en la década de los 60, el primer recuerdo que tengo acerca del PRI es el de ser el partido del que mis mayores llamaban "viejo trompudo asesino desgraciado", es decir el del Presidente Diaz Ordaz.
Crecí escuchando a los adultos maldecir al PRI por ser el corrupto culpable de todas las calamidades que ocurrían en el país: devaluaciones, desempleo, inflación, represión y saqueo de los bienes de la Nación.
El control que el PRI ejercía en los sindicatos le daba las herramientas para forzar a la mayoría de la población a votar por este partido así que los votos que "legitimaban" al sistema priista eran otorgados a regañadientes.
Es así que mi formación política no solamente pasaba por el antipriismo, además era escéptico de la efectividad de la vía electoral.
Es por eso que la elección de 1988 me tomó desprevenido; como no creía en las elecciones ni siquiera estaba empadronado, en ese tiempo no había credencial con fotografía, ni la pedían como requisito en ningún lado; la gente nada más iba a un escritorio que se instalaba en algún lugar público, se anotaba y allí mismo le daban una tarjeta de plástico con su nombre y con esa votaba, yo no la tenía, por eso no pude ir a votar.
Después de las elecciones, cuando empezaron a salir las evidencias del fraude que llevó a Salinas de Gortari a usurpar la Presidencia surgió en mí la idea de que mi voto, junto con el de otros escépticos hubiera contribuido, posiblemente no a que Cárdenas fuera Presidente, pero sí a hacer más dificil el fraude al régimen; no es lo mismo ocultar un millón de votos que dos millones y si bien el voto no garantiza que las promesas de campaña sean cumplidas, votar por la oposición ejerce el efecto del jugador "poste" del basquetbol, esto es estorbar para que a las élites les cueste más trabajo aprovecharse de nosotros.

A partir de 1994 he votado por la izquierda y tengo la impresión de que mi suposición acerca de la utilidad del voto como estorbo para el partido hegemónico es cierta, pues a partir de entonces han sido muy pocas (de hecho me parece que solamente una) las veces en que el partido que se queda con la Presidencia se queda también con el control del Congreso.
Las elecciones de 2000 y 2006 me enseñaron que no basta con votar, para derrotar al sistema de poder hay que sumarse a la campaña electoral , así lo he hecho desde este blog y desde mi cuenta de Facebook y quiero pensar que, en la sorpresa de la reciente encuesta del Diario Reforma, he contribuido con un miligramo en el ascenso de la opción electoral de izquierda.

Sería incongruente no hacerse cargo de hechos como el "Charolazo" de allegados a López Obrador cuyo antecedente es el Bejaranazo, en mi opinión la acción de la izquierda debe ser éticamente irreprochable, y es así que sostengo que la única forma de evitar que los representantes de la izquierda incurran en actos indebidos es que más ciudadanos, es decir más políticos no profesionales participen políticamente. Los políticos profesionales no vienen de otro planeta, salen de la población, de familias como la tuya y la mía y han sido formados en la cultura o incultura cívico-política en la que hemos sido formados tú y yo, pero si nos desentendemos de la vida política del país, para ellos es como si no tuvieran que rendirle cuentas a nadie, es por ello que no votar y dejar que sean otros lo que decidan es la manera de permitir que los políticos profesionales sigan detereriorando la vida política de México.