En una democracia es legítimo que los ciudadanos manifiesten su inconformidad ante lo que consideren fallas del Gobierno. Aun con la abrumadora cantidad de votos con los que llegó a la Presidencia López Obrador no puede ser la excepción y si hay un sector de la población inconforme con él por supuesto que tiene derecho a manifestarse.
El problema con la jornada de protesta de ayer es que las demandas de los inconformes derivan en una que va contra la paz del país: derrocar a López Obrador. Aunque la Presidencia recaiga en una sola persona, en realidad cuando vemos a López Obrador estamos viendo a la legión de seguidores que tiene detrás, y un movimiento golpista contra el poder constituído provocaría una situación de inestabilidad profunda comparable con lo que hemos visto en meses pasados en Bolivia y en Venezuela.
En Bolivia el golpismo tuvo éxito por la traición de las Fuerzas Armadas al Presidente Morales; en Venezuela no ha tenido éxito por la lealtad de las Fuerzas Armadas a Maduro; ¿Que situación sería más parecida en México? Tanto el Ejército como la Marina han recibido grandes deferencias de López Obrador y no se ve de que manera se sumarían al movimiento golpista al que convocan los inconformes, por lo que ni en diciembre de 2020 que es el plazo que se han auto impuesto los golpistas, ni en 2021 ni antes de diciembre de 2024 verán salir de Palacio Nacional a AMLO.
Pero supongamos que logra cobrar fuerza el golpismo ¿de verdad quieren para México una situación como la de Venezuela? Mejor piénsenlo...
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