"Es doloroso (y vergonzoso) platicar con extranjeros bien informados que preguntan (sin que uno pueda responder adecuadamente) cómo puede haber un pueblo tan pasivo como el mexicano, tan increíblemente domesticado..."
Julio Hernández López
Como hipótesis propongo que esa aparente actitud del mexicano se debe, paradójicamente, a que la Historia Oficial hace mayor exaltación de los episodios violentos de nuestra Historia que de los procesos cívicos, de tal manera que la mayoría de los mexicanos percibe como más efectiva la violencia que el trabajo cívico, cotidiano y organizado.
Por ello la aparente actitud "pasiva y domesticada", es en realidad la paciente espera de la llegada del caudillo, del Antonio López de Santa Anna, del Pordirio Díaz, del Francisco Villa o del Zapata que encabece la Revolución, el baño de sangre purificador que lave toda la podredumbre que ahoga a este país.
No será hasta que a la mayoría le quede claro que ese caudillo no llegará nunca y que no habrá Revolución, que abandonará la espera que lo hace ver pasivo y domesticado y entonces le quedará claro que sólo el trabajo cívico, cotidiano y organizado de esa mayoría limpiará a este país.
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