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¿Qué se va a acabar primero?

domingo, 17 de agosto de 2014

Los panistas y sus pachangas Por Álvaro Cueva:


¡Qué risa con toda esta historia de los panistas y sus pachangas! ¿Por qué? Porque ha sido uno de los espectáculos más divertidos del año.
Y lo digo así: espectáculo, porque desde el Mundial de futbol que no nos entreteníamos tanto con unas imágenes de música, sexo y borrachera.
Yo pensé que en cualquier momento, en esos videos, íbamos a ver a Facundo organizando un concurso de guacareadas.
Fue delicioso. ¡Gracias, amigos del PAN! Ahora sí siento que muchos de sus miembros están trabajando para México, para divertirlo, pero a final de cuentas trabajando.
Y es que, le recuerdo, el espectáculo tiene muchas vertientes, desde las sexys comedias de albures hasta los debates en las redes sociales.
Bueno, todo eso y más está en esos videos de nuestros queridos representantes del Partido Acción Nacional.
A mí lo que más me impresionó, al principio de este circo, fue la reacción de la prensa.
En cuanto me ponía a monitorear programas, era inevitable encontrar a un periodista aclarándole a sus audiencias cosas como:
“A nosotros no nos importa la vida privada de nadie”, “Cada quien está en su derecho de divertirse como quiera”, “En este programa no juzgamos a nadie”. ¿Así o más hipócritas?
Si a usted no le importa la vida privada de nadie, ni siquiera se toma la molestia de considerar esas imágenes. Se las mandan y las borra. Punto.
Si las mira, las transmite o las comenta, por supuesto que le está interesando la vida privada de esos señores, de sus acompañantes y de sus familia.
Si cada quien tiene derecho a divertirse como quiera, ¿por qué esos comunicadores no se graban cantando y bailando cachondo y lo suben a las redes sociales?
¿Sabe por qué? Porque eso que dicen es mentira. Cuando una persona es pública la intimidad también forma parte del menú y se pierde el derecho a hacer barbaridades, le moleste a quien le moleste.
La razón es muy sencilla: cuando una persona es pública no va sola, representa a una o a varias empresas, a uno o a varios patrocinadores, a uno o a varios niveles de gobierno y a uno o a varios equipos de trabajo que, a su vez, tienen a sus familias y representan cosas.
No, pero la cúspide de la doble moral en este show es esa afirmación de que “en este programa no juzgamos a nadie”.
La primera vez que lo oí casi le rompo el oído a la persona que estaba conmigo del grito que me aventé.
¡Pero para lo único para lo que han servido la mayoría de los servicios noticiosos de este país en los últimos años ha sido para juzgar a alguien! ¡Ahora resulta que no!
Bueno, ¿qué quieren? ¿Que les ponga videos de archivo? ¿Que les hable de lo que han hecho con ene políticos de cualquier cantidad de partidos?
¿Que los siente a escuchar sus propias entrevistas, que más que entrevistas parecen regaños? ¿Acaso no se miran o qué?
Por supuesto que la nota alrededor de los videos del PAN tiene que ver con vida privada, con la forma en que esos señores se divierten y con juicios morales.
¡Son el partido de derecha! ¡Los conservadores! ¡Los persignados! ¡Los que no están de acuerdo con que las mujeres ejerzan su sexualidad!
¡Los que sienten “asquito” por los homosexuales! ¡Los que condenan la prostitución y la trata de personas! ¡Si eso no es importante, entonces qué sí lo es!
¿Por qué ese miedo a llamar a las cosas por su nombre? ¿Creen que van a descender en la escala periodística si se meten con una noticia de esa naturaleza?
Pues con la pena, pero el periodismo del corazón también es periodismo y hay momentos en que se tiene que ejercer.
¿Por qué, en lugar de hacer aclaraciones sobre lo público y lo privado, esos reporteros no corrieron a entrevistar a las esposas de esos diputados? ¿Por qué no reaccionaron como se tenía que reaccionar?
Hasta Gustavo Madero, que hoy es uno de los hombres más atacados de México, tuvo la visión para entender este escándalo y actuar.
¡¿Qué no se dan cuenta?! Esto era un complot, un complot moral, pero un complot con todas sus letras. Por eso fue tan divertido. Por eso generó lo que generó.
Obvio, hay mucho que reflexionar sobre el papel de los medios en la divulgación de esta clase de contenidos pero todavía más sobre la absurda seriedad de algunas personalidades que no entienden que, cuando se trata de diversión, hay que divertirse, y cuando no, pues no. ¿O usted qué opina?Fuente:Milenio

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