Que el servicio de transporte ha tenido un deterioro progresivo no hay duda, que resolver tal deterioro tiene un costo es obvio. Ahora ¿quién debe pagar? El usuario ¿quién más? La única manera de mantener bajo el precio del metro es subsidiándolo y ese subsidio también sale del bolsillo del pueblo contribuyente, sea o no usuario del metro.
Para alguien que no use el metro puede parecer injusto que de todos modos pague por ese servicio, quién sabe, también puede ser que sea solidario con los usuarios y no le parezca injusto.
El verdadero problema es que el incremento del precio del metro resulta un golpe para los usuarios porque de un trancazo tiene que destinar parte de su exiguo salario al transporte y en realidad este es el aspecto hacia donde debe enfocarse la inconformidad: a que con salarios de subsistencia no es posible costear las reparaciones y mejoras del metro, así que hay que pugnar por aumento en el salario.
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