Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Peña Nieto encuentra su disfraz de revolucionario el 20 de noviembre

Revelador de muchas cosas resulta lo que pasó este año con la conmemoración oficial del inicio de la Revolución mexicana, vale la pena examinarlo.

En primer lugar hemos sido testigos del talante dubitativo de Peña: primero había dicho, por boca de su Secretario de Gobernación, que no habría ningún acto conmemorativo, que lo que se haría sería para festejar al Ejército, y de repente, en un arranque de no sé qué, dice que siempre sí, y allí tienes a todos sus chalanes preparando de volada un desfile: Tradicionalmente habían sido de burócratas en pants y haciendo tablas gimnásticas, pero si hacemos caso al director del Aeropuerto, la decisión se tomó ayer día 19, y ¿quién se va a poner a preparar una tabla gimnástica con 24 horas de antelación? La única institución que todo el tiempo cuenta con elementos entrenados para un desfile es el Ejército, así que el desfile tradicionalmente cívico-deportivo, esta vez tuvo que ser militar.

Y ya que mencionamos al Aeropuerto: Cuando la CNTE intentó tomar el aeropuerto y con esa acción provocó retrasos y pérdidas de vuelos a cientos de pasajeros, toda la prensa gobiernista se le fue encima, ahora que por las puntadas de Peña cientos de pasajeros tuvieron retrasos y pérdidas de vuelos (es que el niño quería ver los avioncitos del ejército), entonces esa prensa se queda calladita; pura crítica equilibrada :p

Ahora examinemos un poco la historia del festejo del 20 de noviembre: El único gobierno propiamente emanado de la Revolución fue el de Don Francisco I Madero, gobierno que tuvo el triste fin que todos (o tal vez sea mejor decir muchos), conocemos. Los siguientes gobiernos más bien emanaron de la lucha descarnada por el poder y tuvieron en la entelequia llamada Revolución mexicana su fuente de legitimación. Excepto el gobierno de Lázaro Cárdenas, mientras más reaccionario y contrario a los intereses del pueblo era un régimen, más mentaba a la Revolución en sus discursos y más copal les quemaba a Zapata y a Villa; bueno, pero si hasta Salinas de Gortari le puso a uno de sus hijos el nombre de Emiliano, ¿así o más demagogo?

Pero indudablemente a partir del gobierno de Miguel de la Madrid las élites gobernantes se sentían incomodas con el disfraz de revolucionarios (digo, las cananas al pecho como que estorban para cargar el botín), y ya no veían la manera de arrumbarlo en el desván donde esconden sus traiciones.

Cuando el PAN ocupó Los Pinos durante doce años de oscuridad, las élites creyeron que por fin se desharían del vejestorio llamado Revolución mexicana, pero resultó que Fox y Calderón sentían afinidad ideológica con Madero y todavía siguieron jugando a darse baños de legitimidad con la Revolución.

Y así llegamos a Peña que creyendo que los sentimientos de patriotismo y nacionalismo están solamente en los partidos del América disfrazada de Selección Nacional, ni siquiera había programado un festejo de la Revolución, pero alguien le dijo al oído que debería hacerlo. ¿quién habrá sido? ¿el suegro de Ludvika Paleta?

En fin, ha sido divertido ver esta nueva peñada (según el diccionario: peñada es toda aquella ocurrencia, puntada o dislate de Peña Nieto. ¿cómo que cual diccionario? ¡pues mi diccionario!). Lo que a nosotros corresponde es tomar las lecciones que nos da la Historia de la Revolución, para no repetir los errores que cien años después nos tienen en la situación en la que nos encontramos.

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