Para legitimar la conquista en América, la Corona española había decretado que los españoles, antes de emprender un ataque contra los naturales de aquellas tierras, los conminaran a aceptar la fé católica y la soberanía de su majestad española. Dicho exhorto debía ser leído en latín, lengua que, seguramente, no sería comprendida por los indígenas. El "Requerimiento"-que así se llamaba oficialmente esa exhortación- daba explicación del origen de la Iglesia católica, del Dios verdadero y su hijo crucificado, de la potestad espiritual del papa y la decisión de uno de ellos -Alejandro VI- de conceder esa parte del mundo al reino de España. Ofrecía a los nativos leer por sí mismos la bula correspondiente "que podeis ver si quisiéredes" para comprobar que todo lo dicho era cierto. Se pedía que se reflexionase sobre lo que se exigía, y "deliberar sobre ello el tiempo que fuera justo". De aceptar de buena gana el vasallaje que se requería, sus majestades "os recibirán con amor y caridad, y os dejarán vuestras mujeres, hijos y haciendas libres", entre otras bendiciones. Pero en caso de no aceptar ese vasallaje, el "Requerimiento" agregaba la siguiente proclama por parte del conquistador en turno:
"Con la ayuda de Dios, yo entraré poderosamente contra vosotros y os haré la guerra por todas partes y maneras que yo pudiere, y os sujetaré al yugo y la obediencia de la Iglesia y sus Altezas, y tomaré vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos, y como tales los venderé...y os haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor, y le resisten y contradicen, y protesto que las muertes y daños que de ello se recrecieren sean a vuestra culpa y no de Su Alteza ni mía."
Con tales aclaraciones no podían los nativos americanos decir que no habían sido advertidos sobre lo que sobrevendría de oponer resistencia...
Fuente: Contra la Historia Oficial. José Antonio Crespo.
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