Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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jueves, 17 de junio de 2010

¿Vamos ganando?

Por: LORENZO MEYER
AGENDA CIUDADANA
"La explicación oficial en torno a la política contra el Crimen Organizado sería más aceptable si los indicadores la avalaran"

El viernes 11 de junio México vivió el día más violento del sexenio: 77 muertes relacionadas con el crimen organizado, pero el lunes 14 la cifra fue superada: 96 muertes. Entre esas dos fechas, el jefe del Gobierno se ausentó para presenciar el partido inaugural del torneo mundial de futbol en Sudáfrica, pero luego se sintió obligado a explicar públicamente y personalmente la (y su) situación mediante un largo comunicado titulado "La lucha por la seguridad pública".
La explicación usual de la Secretaría de Gobernación -las masacres eran "resultado de las tradicionales rivalidades y luchas que libran las organizaciones criminales entre sí"- ya no era útil y se requería de otra proveniente directamente de "Los Pinos". Para empezar, el nuevo planteamiento sustituyó el concepto de "guerra" contra el narco por el de lucha por la seguridad y partió de hechos geográficos, económicos y políticos evidentes y determinantes. Nuestra vecindad con Estados Unidos, el mayor mercado para las drogas prohibidas y el mayor abastecedor de armas para las organizaciones criminales mexicanas. El otro hecho contundente, el político, es que la red de organizaciones delictivas mexicanas dedicadas al narcotráfico creció al amparo de arreglos corruptos con las autoridades locales y nacionales. Al principio los traficantes actuaron como meros subordinados, pero con el tiempo crecieron hasta rebasar al poder formal que los prohijó y empezaron a ejercer directamente control territorial, a imponer su autoridad sobre la sociedad y entraron en una lucha a muerte entre ellos. En esas circunstancias, y por el bien general, el Gobierno actual sólo tuvo una disyuntiva: continuar retrocediendo mediante la política de tolerancia y corrupción o enfrentarse a los criminales y rescatar la legalidad perdida. Obviamente optó por esto último. Hasta aquí, el documento es selectivo en sus argumentos, pero coherente con su objetivo: subrayar que el gobierno calderonista eligió un camino difícil, pero moral y socialmente correcto y que la culpa del desastre actual recae en los gobiernos corruptos y cobardes que le heredaron a Calderón y a México tan mayúsculo problema: el de Vicente Fox y los del antiguo régimen, los de Zedillo y Salinas.

En esta explicación se subraya el hecho que la sociedad sólo es afectada marginalmente por la actual estrategia del gobierno, pues el grueso de las bajas -alrededor del 90% de las investigadas- corresponde al propio mundo criminal. De cualquier forma y aceptando que el costo es alto, el beneficio de largo plazo para la sociedad mexicana es enorme, pues implica recuperar la tranquilidad perdida y dejar de ser objeto de extorsión por parte de los grupos armados.

. La explicación ofrecida por Felipe Calderón en su comunicado es una de las posibles, pero en todo caso llega a destiempo y es parcial. Debió de presentarse antes de iniciar la gran movilización militar en diciembre de 2006. Es parcial porque una lucha como la que se plantea nunca debió centrarse desde el inicio como una confrontación armada sino, en primer lugar, como algo menos violento y espectacular, pero más efectivo en el largo plazo: si no se podía acabar con la demanda -asunto básicamente norteamericano- entonces se debió buscar cortar el flujo de dinero proveniente del norte -entre 19 y 29 mil millones de dólares anuales- vía una labor de Inteligencia y confiscación de fondos y bienes por parte de las autoridades de Hacienda, sanear la administración de justicia y dar forma a lo que ha sido una tarea postergada desde la caída de Porfirio Díaz: una Policía realmente profesional, confiable y eficiente.
En función de lo anterior, es válido buscar una explicación alternativa sobre la política del Gobierno actual en su lucha contra el narcotráfico. Al inicio de este sexenio, Felipe Calderón requería con urgencia de una acción espectacular que llevara a un aumento inmediato de su capital político, ya que ni su margen de victoria electoral ni la forma en que lo había obtenido, le permitían afianzarse cómodamente en la silla presidencial. Esa acción era declarar una guerra -aunque hoy ya no se le califique como tal- que permitiera al jefe del Ejecutivo vestir un uniforme de general de cinco estrellas y ponerse, simbólicamente desde luego, al frente de un Ejército que demolería a un enemigo notorio de las sociedades mexicana y norteamericana: el narcotráfico. Se supuso que si bien la maniobra era arriesgada también era más espectacular que el simple golpe que Carlos Salinas dio en 1989 contra los líderes petroleros -el "Quinazo" requirió de unos cuantos soldados y de plantar un solitario cadáver frente a la casa de Joaquín Hernández Galicia- y que tanta ganancia política de corto plazo le había redituado al ganador de las dudosas elecciones de 1988.

Como se señaló, la maniobra era arriesgada y finalmente no está dando el resultando que se esperaba. Los 23 mil muertos del sexenio, aún si la mayoría efectivamente resultasen ser miembros del crimen organizado, son muchos y el ritmo de la masacre va en aumento. Además, el supuesto aumento de la seguridad de la sociedad no se vislumbra, como ya queda demostrado en Ciudad Juárez, donde ni la visita de Calderón ni la presencia masiva del Ejército y de la Policía Federal ha devuelto la tranquilidad a los habitantes de esa castigada ciudad.

El diagnóstico ofrecido en el documento de Calderón, identifica algunas de las causas del problema y hasta hoy ninguna se ha resuelto. El mercado norteamericano se mantiene; la despenalización del consumo de drogas prohibidas no está en la agenda política norteamericana y el Gobierno de Obama apenas ofrece disminuir la demanda en 15% en cinco años, es decir para cuando Calderón sea historia. Washington no va a modificar la legislación para impedir el flujo de armas al sur y México no tiene capacidad para impedir el contrabando de ese material de guerra. Las causas sociales no van a desaparecer, entre otras cosas porque ese no es objetivo prioritario de la política económica, social o cultural del PAN. Quedan de cara al mediano plazo mejorar la acción del Ejército y la Armada, reorganizar a las policías, montar una política eficaz contra el "lavado" de dólares y, finalmente, una empresa digna de Hércules: el combate efectivo a la corrupción del aparato gubernamental. El tiempo que le queda a Calderón en el poder y la capacidad de su equipo, son claramente insuficientes para llevar a buen fin tamaña tarea.

. La situación no luciría tan mal si al menos algunos indicadores permitieran afirmar que efectivamente "vamos ganando" esta lucha que se supone ya no es guerra, pero no es el caso. Aparte del nivel de la violencia, que va en aumento, hay otras cifras inquietantes que también van al alza, y éstas provienen de fuentes del Gobierno norteamericano.
De acuerdo con un documento fechado el 25 de marzo de este año, del National Drug Intelligence Center (NDIC), dependiente del Departamento de Justicia, y titulado "National Drug Threat Assessment, 2010" el potencial de producción de heroína pura en México -gráfica 8-, pasó de 13 toneladas métricas en 2006 a 38 en 2009, es decir, en plena campaña contra el narcotráfico, el producto tuvo un aumento de casi 300%. En la gráfica 14 del documento, se presenta el potencial de México para producir marihuana, y se muestra que en 2006 este potencial fue de 15,800 toneladas pero dos años más tarde, en 2008, la cifra había aumentado a 21,500, es decir, un aumento del 36%. En otro informe del NDIC titulado "National Methamphetamine Threat Assessment, 2010", en la gráfica 2, se muestra que la confiscación de anfetaminas en la frontera suroeste de Estados Unidos, es decir, de una droga ilegal proveniente de México, pasó de 2,700 Kg. en 2006 a 5,200 en 2009, un aumento del 93%.

Por un lado el Gobierno mexicano asegura que en el actual sexenio se decidió sin titubeos al crimen organizado, pero por el otro, las cifras norteamericanas muestran que la parte más importante de esas organizaciones criminales, los narcotraficantes, si bien han perdido un número creciente de sus sicarios como resultado de sus pugnas internas y el choque con la autoridad, en la realidad han estado aumentando su producción de drogas prohibidas y, por tanto, sus ganancias. En su comunicado de prensa del 25 de marzo pasado, el NDIC señala que mientras las organizaciones de narcotraficantes colombianas perdieron importancia en el mercado norteamericano, las mexicanas la han aumentado. Así pues, es válido que la sociedad mexicana pregunte: ¿la estrategia de Calderón es la adecuada? ¿Realmente vamos ganando?

2 comentarios:

Manuel dijo...

"Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos"
Saramago

Indio Cacama dijo...

Una gran pérdida para el mundo

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