3 medidas contra ley antiinmigrante en Arizona

En su momento, Carlos Salinas argumentó: si Estados Unidos no permite a México aumentar sus exportaciones mediante el TLCAN, quiérase o no, México aumentaría su exportación de trabajadores indocumentados. La propuesta implicaba que si México se desnacionalizaba abriendo su economía al capital externo y al libre cambio, a cambio lograría un aumento en su bienestar material y en las fuentes de trabajo al punto que sus jóvenes ya no necesitarían buscar su salvación individual en la diáspora hacia Estados Unidos.

La realidad ha sido lo opuesto: la gran exportación se ha dado, pero ha tenido como contrapartida una gran importación -el comercio entre firmas- sin que se hayan creado los empleos en la calidad y cantidad prometidos. Y resulta que hoy en México es la economía informal la creadora de empleos, aunque no en la cantidad ni con la remuneración necesarias para impedir que los mexicanos jóvenes sigan marchando a Estados Unidos como indocumentados en cantidades masivas o, peor aún, se sumen a las filas de un crimen organizado que en materia de narcotráfico ya ha montado un negocio de 40 mil millones de dólares anuales.

La migración mexicana al país socio del TLCAN es, como se sabe bien, de entre 400 mil y 500 mil personas al año. De los 12 millones de trabajadores indocumentados en Estados Unidos, la mitad son mexicanos. Ese flujo masivo de migrantes sin papeles está generando una reacción muy adversa en el país vecino, cuya última manifestación es la ley que se propone pasar el estado de Arizona y que convierte en crimen el ser indocumentado en esa comarca y que, por tanto, permite y demanda que su Policía exija documentos de identidad a cualquiera que, por sus rasgos físicos, actitud o manera de vestir, se puede presumir que es un indocumentado. Según una encuesta nacional reciente, el 51% de los norteamericanos apoya la legislación que se propone poner en marcha Arizona y las ¾ partes ve a los indocumentados como una carga económica y no como una mano de obra barata y disciplinada, que contribuye a mantener vivas ramas de la economía norteamericana que no sobrevivirían fácilmente sin un trabajo que asume tareas y remuneraciones que la mayoría de los nativos rechaza. (The New York Times, 3 de mayo)
Fuente: Agenda Ciudadana. Lorenzo Meyer

Hasta el momento he encontrado tres formas de enfrentar la Ley antiinmigrante de Arizona; una es el boicot a la economía de ese estado. Los convocantes aducen que si el resto de los estados de la Unión Americana no observan que aplicar ese tipo de legislacion trae consecuencias costosas, muy pronto seguirán el mal ejemplo de Arizona, así que es importante apoyar el boicot e intensificarlo para que los efectos sean evidentes muy pronto. El problema que algunas personas ven en esta medida es que se afecta el empleo de las personas que laboran en las empresas boicoteadas.

Otra forma de enfrentarlo es el de crear empleos en los lugares de origen de los trabajadores migratorios de tal manera que no sea necesario que nadie arriesgue su vida ni su libertad por cruzar la frontera sin documentos y de paso dejamos de causar molestias a los vecinos. El problema de esta medida es qe es una solución a largo plazo y que posiblemente sean necesarias reformas legales en México que, por el equilibrio de fuerzas políticas en el Congreso, hasta el momento no han podido darse.

Y los viejos de la comarca dan otra medida: según ellos esto ya se ha visto; en 1994 , el entonces gobernador de California apoyó la Propuesta 187 (hasta en La Familia Simpson se retomó el tema), lo que provocó que muchos latinos que antes no tenían participación política se registraran en el padrón de electores, participaran en las elecciones y que el partido de Wilson perdiera los comicios, luego hasta un alcalde de origen latino ganó Los Angeles. Eso mismo podría estarse gestando en Arizona, hay muchos ciudadanos norteamericanos de origen hispano que por sus características físicas ya están siendo molestado por la policía en Arizona, la reacción ante tal arbitrariedad podría expresarse en las urnas muy pronto.