Memorias de un billete de cien pesos

recuerdo con ternura a Doña Mari, la señora esa que vendía quesadillas afuera del mercado San Joaquín en la colonia Ex-Hipódromo de Peralvillo, se puso muy contenta al verme cuando entregó las quesadillas y Marce le pagó conmigo; dio el cambio y me colocó en la bolsa de su delantal. Cuando acabó de vender sus quesadillas, ya en su casa me sacó de la bolsa y me colocó junto con otros arrugados billetes y monedas, nos contó y se puso a revisar lo que le hacía falta para hacer las quesadillas del día siguiente, hizo cuentas y nos guardó en un pequeño monedero.
Antes de amanecer salió de su casa y tomó la pesera que la llevaría a La Merced, para comprar, queso oaxaca,hongos, jitomates,chiles y aceite, todavía iba haciendo cuentas cuando alguien gritó: "¡A ver cabrones ,estó es un asalto, aflojen todo lo que traigan!"
Dentro del monedero sentí como a regordeta mano de Doña Mari nos estrujaba, se oyó un estruendo, creo que fué un disparo.

Cuando salí otra vez del monedero estaba junto a carteras, otros billetes, relojes, cadenas y teléfonos celulares. Me acomodaron con los demás billetes y ví que con nosotros compraron unos como sobresitos, mi efímero dueño respiró con excitación al ver los sobresitos.
Esta fue una época muy rara, cada nuevo dueño me cambió por más sobres que luego fueron paquetes y cada vez éramos más los billetes, seguramente no cabríamos en el pequeño monedero de Doña Mari, nos acomodaban en paquetes y así fue hasta que llegamos ante un señor vestido de sotana que dijo que al tocarnos sus manos nos íbamos a limpiar. ¿A limpiar de qué? ah caray tal vez de ésta pequeña mancha roja que tengo aquí, ¿será sangre? Enlace