En este Cuento de barro, Salarué hace la decripción ideal de un sacristán. Sin duda alguien que tiene ese trabajo debe ser como el sacristán de Salarué.
En este cuento , Salarué también describe de una forma muy particular el templo donde labora su sacristán. Tal descripción me recordó un viejo libro relajiento de Rius: El museo de Rius, en el que este caricaturista pinta diálogos sobre reproducciones de pinturas famosas, el resultado es un punto de vista alternativo sobre el arte. Eso mismo hace Salarué al decribir el templo y especialmente al santo de la devoción del sacristán. Me dió mucha risa lo que dice Salarué que tiene el santo en la mano.
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