Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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lunes, 1 de diciembre de 2008

M-m-me-me-merehu-merehu ¡No te pago nada!

CARLOS AVILÉS
El Universal
Lunes 01 de diciembre de 2008

carlos.avilés@eluniversal.com.mx

La historia del juicio más cuantioso del país inició con un sueño en la capital de Chihuahua. Era mayo de 1987. Con la visión futurista y previsora que la caracterizaba, la señora Bertha Estela acudió a una sucursal de Banamex a invertir, a nombre de su hijo José Luis Saldívar 400 mil viejos pesos, con la intención de cobrarlos en el año 2000, a fin de tener dinero para poder cumplir su sueño de realizar un viaje al extranjero con todos sus hijos y sus nietos.

Las tasas de intereses eran elevadas. El mismo banco para protegerse de las tasas de interés que por esa época llegaban hasta 150%, pactó la inversión a una tasa fija de 91% renovable cada 28 días. Llegó el año 2000 y en mayo regresó al banco; revisaron su pagaré y le pidieron que regresara en cinco días. Regresó por su dinero, pero no hubo tal. “Reclámelo por la vía judicial”.

Decidieron tocar otras puertas de la misma institución para que les dieran respuesta sin necesidad de un juicio y les pagaran alrededor de 30 millones de pesos. Era lo justo, decían.

Los meses avanzaron. Llegó la temporada navideña y con ella un cortocircuito que incendió la casa de Bertha. Falleció. Muchas cosas materiales también se perdieron, pero el pagaré que emitió Banamex se salvó. El mismo en el que el banco estampó las leyendas: “Los intereses le serán renovados el día del vencimiento al mismo plazo” y “De no contar con instrucciones al vencimiento se renovará (en las) mismas condiciones”. Sus hijos José Luis, Guillermo y Óscar decidieron irse a juicio. La historia la relata Guillermo, en entrevista, después de ocho años de reserva. Y lo hace justo ahora, después de revelarse el caso —dice— porque es necesario que Citigroup, la institución financiera propietaria de Banamex en Estados Unidos, se entere, en estos momentos de crisis que su filial no respeta y merma la credibilidad de las inversiones de sus clientes.

Es una historia en la que se han conjugado una cadena de hechos en la que él, sin duda, ve la intervención de Dios. Y finalmente una buena noticia: ganaron el juicio en primera instancia en abril de 2006. Los abogados del banco los menospreciaron.

Con el apoyo del abogado Federico Flores, volvieron a ganar la segunda instancia. El Supremo Tribunal de Justicia de Chihuahua condenó a Banamex a pagarles mil 462 millones de pesos “más los que continúen causándose hasta la fecha en que se haga la liquidación total del adeudo a razón de las tasas pactadas”.

El banco promovió un amparo, como última medida, en contra de la sentencia, y maniobró para que el caso lo atrajera la Corte.

Los hermanos buscaron y lograron que el ex candidato presidencial, Diego Fernández de Cevallos, asumiera la defensa de su caso. Se trataba, comenta Guillermo, de equilibrar fuerzas, porque tenían noticia de que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, podía intervenir en favor del banco.

El caso llegó a la Corte. Guillermo tiene plena y profunda confianza en los ministros. “Es la última institución en la que se puede confiar. Si no es en ella, ¿entonces en quién?”, expresa.

Pero le surgen dudas por la cifra que ha alcanzado el juicio. Según la sentencia que revisa la Corte, con las actualizaciones fijadas, en caso de perder Banamex les debería pagar más de 87 mil millones de pesos. Una cantidad que el mismo banco se ha encargado de que crezca para que los ministros teman emitir una decisión en su contra. Es una cifra que él y sus hermanos están conscientes que es enorme y por ello, están dispuestos a llegar a un arreglo para que el banco les pague lo justo. Y lo justo, dice, es lo mismo que el banco les cobra a sus clientes.


¿a favor de quién fallará la corte?

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