El año pasado la Basílica de Guadalupe recibió el 12 de diciembre más de 10 millones de visitantes. Supongamos que en el presente año de pandemia se moviliza igual cantidad de personas desde numerosos poblados, ninguno de los cuales con el indice de contagios tan alto como el de la Ciudad de México.
La probabilidad de que cierto porcentaje de estos visitantes se contagie no es para nada remota. Una vez contagiados se convierten en contagiadores que diseminarán el coronavirus dentro de sus peregirnaciones, pero también en sus comunidades al regresar a ellas; lo que seguramente va a disparar el indice nacional de contagios.
¿Será posible que las autoridades civiles y eclesiasticas convenzan a los devotos de no hacer peregrinaciones por este año?
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