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¿Qué se va a acabar primero?

sábado, 21 de abril de 2018

El debate: Tres merolicos y un porro contra un tartamudo.



Desde que se hacen debates entre los candidatos a la Presidencia en México, solamente una vez un golpeador ganó puntos en las encuestas: Diego Fernández de Ceballos en 1994, aunque después se fue a esconder para permitir que Zedillo se recuperara del madrazo y ganara la elección.

Solamente una vez un candidato puntero bajó significativamente sus puntos en las encuestas después del debate: Andrés Manuel López Obrador en 2006 y no fue por su desempeño en el debate sino porque no asistió.

Pero salvo esas dos excepciones, lo más que modifican los debates las preferencias son como dos puntos, por lo que, aunque vapuleen este domingo a López Obrador, ninguno de los candidatos va a bajar la enorme distancia que lo separa del puntero.

Por otra parte, de todos los candidatos, el más conocido es Andrés Manuel; de este candidato ya sabemos todos aquellos aspectos efectistas y subjetivos que se supone dejan una impresión en el electorado: ya nos sabemos de memoria los ataques que le dirijarán, ya sabemos que habla cortado, con acento costeño, y con enooormes pausas. Con todo eso las encuestas lo señalan como favorito y no se ve que el debate vaya a modificar las preferencias de manera significativa.

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