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¿Qué se va a acabar primero?

viernes, 17 de febrero de 2017

La vida en llamas. Carlos Pellicer

La Ciudad de México esta a 2240 metros sobre el nivel del mar, la playa más cercana a esta ciudad está a 289 km (Tuxpan); por eso no hay nada más ajeno al mar que un diminuto e incómodo asiento de un microbús capitalino, ni nada más opuesto al rumor de las olas y las aves marinas que el reggaeton a todo volumen de tal microbús.

Pero basta con abrir el libro "La vida en llamas" de Carlos Pellicer y leer:
"El mar noche es la rana gigantesca:
croa gárgaras bruscas en las rocas.
El sol arquea peces voladores,
la luz a tiempo es flecha en tiempo claro..."

para que el microbús se empiece a llenar de gaviotas y pelícanos; y para que el mar se traslade a la ciudad de México.

"El mar que parte plaza en las arenas,
el mar a fuego de la China en lujo.
Doña Isabel vendiendo los tamales
en joyas..."

Y basta con que se suba al microbús a vociferar un (según él) ex presidiario . "¡No se asusten gente, no vengo a robar, acabo salir del reclusorio y nadie me da trabajo, por eso vengo a pedirles una moneda..."

para que gaviotas, pelícanos y olas huyan despavoridos y para que yo me llene de rencor por el despojo de tales imágenes. Trato de invocarlos de nuevo con más versos de Pellicer pero es inútil, ya no vendrán.

Por eso no le doy nada al ex presidiario y me arrepiento cuando veo que nadie le da nada, excepto una señora (las mujeres, como siempre, solidarias y empáticas, como siempre), pero ya es tarde y reconozco la brutal razón que tiene, más brutal que su aspecto. "una moneda que no los va a dejar pobres y que mucho menos me va a hacer rico". Ni modo.

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