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¿Qué se va a acabar primero?

viernes, 5 de diciembre de 2014

Para superar el duelo de Iguala-Ayotzinapa


Superar un duelo es recuperar la salud emocional, pero así como un enfermo no recupera la salud instantáneamente, nadie supera un duelo de manera inmediata.
Hay duelos más profundos que otros. La pérdida de un ser querido produce un duelo tan profundo como sea el trastocamiento al orden natural que la pérdida produce.

El orden natural de la vida impone que los viejos mueran y los jóvenes los entierren; que los padres mueran y los hijos los entierren. Cuando ese orden natural se trastoca y son los padres quienes entierran a sus hijos el duelo es de los más profundos que se conocen.

Pero el orden natural se puede trastocar aún más. Lo natural es que alguien que enferma gravemente muera y que los sanos vivan, pero a veces ocurre lo contrario, por ejemplo en un accidente, y esto produce un duelo aún más profundo.

El orden natural se puede trastocar aún más, por ejemplo en un homicidio; entonces el duelo se profundiza más.

Si en este punto el orden natural parece demencialmente trastocado y el duelo insoportable, ¿cómo sería la pérdida de un hijo del que no se tiene la certeza si está vivo o muerto por no tener un cadáver sobre el cual derramar lágrimas y además se sabe que fue víctima de la narcopolítica?

Sanar de un duelo tan demoledor no se logra en dos meses como pretende Peña, sanar de un duelo así es un proceso que debe incluir la justicia pues el sentimiento de ser víctima de la impunidad reabre la herida cada día.

Para recuperar la salud emocional del mayor de los duelos que se puede imaginar es necesario primero que se localice a los 43 normalistas secuestrados, que se señale y en su caso se castigue a todos los responsables de la monstruosidad de Iguala, empezando por el Procurador de la República que no hizo nada ante los señalamientos que las autoridades de Guerrero y Bejarano le hicieron sobre las actividades delictivas de Abarca, pasando por los dirigentes de la Normal de Ayotzinapa que llevaron a un grupo de estudiantes de nuevo ingreso a Iguala a sabiendas de la tirria que el tal Abarca les tenía, terminando por refundir a los autores materiales e intelectuales del crimen y estableciendo (que no reestableciendo porque nunca ha estado establecido), un verdadero Estado de Derecho que impida que el crimen organizado se vuelva a empoderar de la manera como lo está hoy.

Una vez logrado esto podemos empezar hablar de superar el duelo, hacerlo antes sólo pone en evidencia la más patológica insensibilidad e insanía mental y emocional de quien se atreva a sugerirlo.

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