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¿Qué se va a acabar primero?

viernes, 19 de septiembre de 2014

Algunas reflexiones sobre los eventos de rapiña y saqueo en los Cabos.

Hoy se cumplen 29 años de los terremotos en la Ciudad de México y buena parte del centro del país; no recuerdo que entonces haya habido ni saqueo ni rapiña, por el contrario, lo que se recuerda de esa fecha es la solidaridad comunitaria de los habitantes de la capital. ¿Qué ha pasado en México o que le ha pasado a los mexicanos para que después de esos años surjan fenómenos como lo ocurrido en Los Cabos, en Acapulco y en Cancún en 2005 con el huracán Wilma?
La primera explicación que se me ocurre es que un terremoto, por más devastador que sea, siempre deja infraestructura suficiente y funcional como para subsanar los efectos en el abastecimiento de víveres mientras que un huracán afecta caminos, suministro de agua, energía eléctrica, combustible, transporte, etc. Pero en el terremoto de Chile hace cuatro años también hubo saqueos...
Al parecer hay un transfondo psico-social en el fenómeno de la rapiña, uno de los factores es la necesidad, hace tiempo recordaba por la peli de Buñuel "El ángel exterminador" en casos de extrema necesidad las convenciones sociales se diluyen.
Santo Tomás citado por Princesachía lo dice de esta manera: " en caso de necesidad todas las cosas son comunes; y por lo tanto no constituye pecado el que uno tome una cosa de otro, porque la necesidad lo hace común".
También hay que considerar que el saqueo es un fenómeno colectivo. Los especialistas lo dicen de esta forma: "Una persona pierde su identidad moral cuando se encuentra en medio de un grupo grande" (James Thompson citado por Luis Miguel González). “Los saqueos le otorgan poder inmediato a aquellos que no lo tienen, eso es muy contagiante” (John Pitts, criminólogo).
Sin embargo hay que ver un poco más de cerca lo ocurrido en los Cabos. Según se ha dicho en los medios, el asunto empezó en una tienda en la que se acumuló una gran cantidad de gente que quería pagar sus compras con tarjeta, pero debido a los efectos del huracán no había ni luz, ni comunicaciones, por lo que el cobro con tarjeta no era posible y los encargados de la tienda ordenaron recibir solamente efectivo, el malestar entre los clientes creció y creció y a alguien se alcanzó la puntada de salirse con su carrito, fue seguido por muchos más y se generalizó el saqueo. Después de esto siguieron otras tiendas, hasta el momento no sé si en esas otras tiendas se repitió el proceso con las tarjetas o si ya fue la turba directamente a saquear.
A ver, me detengo a examinar con más detenimiento los hechos. Sí había necesidad de la gente, requerían de alimentos para ellos y su familia; hasta el momento de llegar a las cajas los clientes tenían toda la intención de pagar, es decir, cuando decimos "necesidad" no nos referimos a gente pobre, digo, estas personas por lo menos tenían la capacidad de tener una cuenta bancaria. Lo que digo es que no era gente pobre la que saqueó.
En este caso y en otros, por ejemplo Acapulco, y al parecer en optras partes del mundo como en Londres, buena parte del saqueo se centra en artículos que no son de primera necesidad como pantallas, tenis, ropa deportiva, etc. Y este detalle ya no se explica con la necesidad y la escasés de víveres
Otra de las versiones que está corriendo es que los participantes en el saqueo eran inmigrantes, es decir personas avecindadas en los Cabos que vienen de otras entidades del país. Puede ser que alguien que sabe que no es conocido en una comunidad se sienta con más libertad de relajar su moralidad que alguien que sabe que sus vecinos de toda la vida lo están viendo. No sé, puede ser, pero me parece muy peligroso pensar así pues puede ser que estemos ante el germen de actitudes intolerantes con los fuereños en Baja California.
La desigualdad social y económica exacerba la tensión, subrayan los expertos que han estudiado este comportamiento. Al principio de estas líneas preguntaba qué ha pasado con los mexicanos en los últimos 29 años. Tal vez hay más desigualdad hoy que en 1985. Tal vez los escándalos de corrupción de los políticos y de empoderamiento del crimen organizado le dan a mucha gente materia para actuar como diría Quevedo:
"(...) Plazas de madera costaron millones,
quitando a los pobres vigas y tablones.
Un ministro, en paz, se come de gajes
más que en guerra pueden gastar diez linajes.
Nunca tales gastos son migajas pocas,
porque se las quitan muchos de las bocas.
Los ricos repiten por mayores modos:
ya todo se acaba, pues robemos todos."

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