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¿Qué se va a acabar primero?

domingo, 10 de agosto de 2014

A cada Estado su narco por Lorenzo Meyer

A cada Estado su narco
por Lorenzo Meyer
AGENDA CIUDADANA
Publicado en Reforma el 7 de agosto de 2014
· HIPÓTESIS
El dicho campirano propone: "Pa' los toros del Jaral, los caballos de allá mesmo", pero ¿y si se invierten los términos y fuera el toro el que se adaptara al caballo? En función de la relación narcotráfico-Estado, el cambio tiene sentido: la naturaleza de la bestia a controlar -los cárteles del narco- está muy determinada por las características del supuesto controlador: el Estado. Esta fue la tesis que sostuvo el profesor Bruce Bagley, de la Universidad de Miami, en su conferencia del 29 del mes pasado en el seminario sobre violencia en México organizado por Sergio Aguayo y que desde hace un año tiene lugar en El Colegio de México (Bruce Bagley, "Drug trafficking and organized crime in the Americas", Woodrow Wilson Center, Washington DC, agosto 2012).
La hipótesis es clara: en cada país el tipo de organización criminal depende de la naturaleza del Estado y sus políticas. Bagley parte de un supuesto incontestable: en todos los países existe crimen organizado, pero los Estados y sociedades fuertes pueden mantenerlo bajo control, al punto que no afecte la seguridad del Estado y poco a la sociedad, en los débiles no. Ejemplos: en Japón la Yakuza, organización criminal con raíces en el siglo XVII, tiene hoy la estructura de las corporaciones de ese país, cuenta con alrededor de 100 mil miembros, sus negocios suponen una ganancia de 15 mil millones de dólares anuales, suma modesta en comparación con la economía del país o la ganancia del narco mexicano (20 mil millones) y su uso de la violencia es muy discreto. La mafia rusa no es nada discreta, creció exponencialmente con la caída de la URSS, pero la reconstrucción del Estado bajo la mano dura de Vladimir Putin la ha disminuido bastante. En Estados Unidos, el gobierno del presidente Kennedy debilitó la estructura de la mafia tradicional y hoy el crimen organizado de esa nación tiene una estructura fragmentada y dispersa; sus múltiples organizaciones se han adaptado a la organización política al nivel de condado, no desafían el orden establecido pero ganan 120 mil millones de dólares anuales. Es de suponerse que el caso extremo y no abordado por Bagley, puede ser Somalia, donde la guerra civil simplemente acabó con el Estado, resurgió la piratería en alta mar hasta convertirse en una amenaza internacional para las rutas del Mar Rojo y el Golfo de Adén.
· MÉXICO
El caso mexicano, como antes el colombiano o actualmente el centroamericano, es uno donde Estados débiles fueron rebasados y penetrados por los cárteles del narcotráfico. Bagley define como tributaria la relación histórica que el sistema priista le impuso al narcotráfico, pero dos cosas la modificaron. Primero, el relativo éxito de la acción norteamericana en Perú y Ecuador, que llevó a que Colombia pasara de producir el 10% de la cocaína mundial al 90% y casi se convirtiera en Estado fallido. Luego la lucha de los gobiernos norteamericano y colombiano en los 1990 contra las dos grandes organizaciones criminales de ese país, los cárteles de Medellín y Cali, que logró debilitar al narco colombiano -lo atomizó en 300 "cartelitos"- pero que, a la vez, abrió una gran oportunidad para los cárteles mexicanos como grandes comercializadores de cocaína. Segundo, la pérdida temporal del PRI de la Presidencia llevó a que el gobierno federal también perdiera el control sobre las organizaciones criminales. Estas se fortalecieron a la vez que iniciaron una feroz disputa entre ellas por el control de las rutas de la cocaína, al punto que se convirtieron en una amenaza seria para el Estado y la sociedad. Vicente Fox logró dar golpes significativos a los cárteles de Juárez y Tijuana, pero esto no lo capitalizó el Estado -débil, desorganizado y corrupto-, sino los cárteles rivales, como el de Sinaloa o el del Golfo. En 2006, Felipe Calderón decidió, por varios motivos, lanzar a las Fuerzas Armadas contra algunos de los cárteles en ascenso pero con métodos improvisados y con lujo de violencia; el gobierno de Enrique Peña Nieto completó este proceso con la aprehensión del capo más famoso: Joaquín El Chapo Guzmán. La respuesta del narco mexicano ha sido la adaptación: el cártel de Sinaloa acentuó su carácter de federación, otros se fragmentaron y varios trasladaron parte de su operación a Centroamérica.
· EL RESULTADO
En términos mundiales, el negocio del narco sigue igual. Cuando se le aprieta en un lado cambia y traslada sus operaciones a otro entorno. La fragmentación de los cárteles mexicanos (Bagley identificó a seis en 2006 pero a 12 en 2010) disminuyó su amenaza para el Estado, pero no para la sociedad, pues algunos de esos "cartelitos" han reducido su actividad como narcotraficantes pero la han aumentado en su entorno inmediato con robo, secuestro, trata de personas, extorsión.
La conclusión de Bagley, y de muchos más, es: la política prohibicionista impuesta por Estados Unidos al mundo, a lo largo de un siglo, ha fracasado. Hay que diseñar otra y darle fuerza al Estado, que no es lo mismo que darle prioridad a la fuerza del Estado.
http://www.transicion.mx/transicion/transicion/articulo/2087
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