Vi en Twitter un intercambio entre Carmen Salinas y otro twittero en el que la actriz increpa al twitero y le dice que se calle y que deje trabajar a Peña Nieto; el twittero responde a Salinas dándole el tratamiento de sirvienta y no pude evitar terciar y preguntarle al twittero que si no creía que incurría en clasismo al calificar de sirvienta a la actriz.
El caso es que esa pregunta ha sido retwiteada por Carmen Salinas y seguidores y temo que por lo escueto de mi intervención se está tomando como una defensa hacia Salinas, nada más errado.
Como actriz no tengo nada que decir en contra de Carmen Salinas, sí en su actuación política que desde siempre ha estado a favor del priismo; en su calidad de figura popular siempre se ha prestado para tratar de engañar al pueblo (o al público, que tal vez no sea lo mismo) echándole porras al presidente en turno y a uno que otro gobernador.
Mi objeción al twittero es que por más que tengamos la razón, no le hacemos ningún favor a nuestra causa si incurrimos en descalificaciones más propias de la derecha racista, clasista, misógina y homofóbica; al contrario, pienso que quien descalifica se descalifica. Me parece que antes de responder con los hígados debemos hacer un esfuerzo por exponer nuevos y mejores argumentos siempre expuestos con las maneras más civilizadas y dejemos que los del bando opuesto se descalifiquen descalificándonos.
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