Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Socialismo cooperativista?

En mis primeras lecturas sobre marxismo encontré que esta doctrina propugnaba entregar los medios de producción a los obreros. ¡Perfecto! me dije, se organizarían en cooperativas ¿verdad? No camarrada, parecían responderme desde Moscú, la producción debe ser planificada y la mejor manera es que el Partido controle los medios de producción. Por eso cuando Lech Walesa lidereó la huelga de astilleros en Polonia supe que esa clase de socialismo sería muy bolchevique pero para nada socialismo obrero.

En México distintos Presidentes expropiaron medios de producción, uno los entregó a los trabajadores y otro los puso bajo el control del Estado. El caso que conozco por haberlo leido en el libro "Buendía el primer asesinato de la narcopolítica", fue el periódico La Prensa, cuando este diario se declaró en quiebra por deudas, Lázaro Cárdenas la adquirió para el Estado y luego la cedió a los trabajadores que se organizaron en cooperativa. Un origen similar tuvo la cooperativa Cruz Azul productora de cemento. Pero la cooperativa de la Prensa tuvo un triste fin:
"El 4 de mayo de 1993, Santaella de la Cajiga, su hijo Mario santaella Herrera y sus validos Augusto Corro Ortiz y Carlos Peláez Fuentes, como presidente del consejo de administración de la cooperativa, constituyeron ante notario La Prensa S.A. Era el requisito solicitado por el ex banquero, a la sazón presidente del Grupo Olmeca, Carlos Abedrop Dávila, para formular como lo hizo el 17 de junio, una oferta de adquisición de la Editora de periódicos, operación ignorada por casi todos los cooperativistas. A los más avispados sorprendió que en el orden del día de la asamblea del 18 de junio figuraran dos puntos en aperiencia separados pero vinculados en tre sí: "Comentarios y proposiciones de la presidencia y dirección General" y "Conversión de la SCL en una sociedad anónima".

Para afianzar su poder, Santaella se había hecho nombrar ya no director general y gerente, sino presidente y director general. Era él quien haría las propuestas. Notificó a una estupefacta asamblea la oferta de Abedrop de adquirir los activos de la cooperativa, así como los derechos sobre el cabezal de La Prensa. Para esto se requeriría aprobar la conversión en sociedad Anónima de la cooperativa nacida casi medio siglo atrás. Aturdidos, los cooperativistas no acertaron a saber que la operación que en apariencia se sujetaba a su aprobación estaba ya consumada.

El 15 de julio, en el propipo diario se insertó un aviso en que se daba cuenta de que el 26 de junio había nacido Impulsora de Empresas Periodísticas, a partir de entonces propietaria de La Prensa. La nueva sociedad estaba formada por el Grupó Olmeca, con 51% de las acciones, y Lanza, filial mexicana de la Editorial Santillana, perteneciente a su vez al grupo español de medios PRISA, cuya pieza más conocida e importante era y es el diario madrileño El País. Se notificó entonces que el nuevo propietario había pagado 90 millones de dólares.

No transcurrió mucho tiempo antes de que se rompiera la sociedad de Abedrop y Jesús de Polanco, el magnate que encabezaba PRISA. En 1996, la sociedad anónima cambió de manos . La adquirió Mario Vázquez Raña, propietario de la Organización Editorial Mexicana, antigua cadena García Valseca.

No fue hasta entonces cuando los cooperativistas descubrieron que la porción recibida como producto de la venta era notablemente menor que la correspondiente a la realmente pagada. Y tardíamente emprendieron acciones legales contra esa operación. El 2 de diciembre de 1997 presentaron denuncia por fraude en la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, que jamás prosperó, e iniciaron un juicio de nulidad. Lo resolvió en primera instancia el juez decimoquinto civil del D.f., Alejandro Rivera Rodríguez, quien decretó que todas las acciones previas y posteriores a la compraventa de la cooperativa eran nulas. Su sentencia del 8 de diciembre de 2004 -ya para entonces Santaella de la Cajiga había fallecido- fue recurrida con el alegato de Vázquez Raña de ser comprador de buena fé. A la postre, la venta de cooperativa se convirtió en cosa juzgada."

Y así se chingaron a los cooperativistas de La Prensa.

El otro presidente que adquirió empresas en quiebra fue Echeverría, la justificación era la de proteger las fuentes de empleo, pero este Presidente prefirió el modelo soviético y dejó las empresas en manos del Estado en vez de cederlas a los trabajadores como Lázaro Cárdenas.

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