En 1808 Napoleón invade España y depone al rey Fernando VII. El virrey de la Nueva España considera que este hecho le devuelve la soberania al pueblo ante la ausencia del rey a quien tal pueblo le había jurado lealtad. Las élites políticas y económicas de la Nueva España leyeron en la opinión de Iturrigaray la intención de independizar al Virreinato de España y como tal intención lesionaba sus intereses Con el apoyo del arzobispo capitalino, Francisco Xavier de Lizana y Beaumont, el hacendado Gabriel de Yermo y otros miembros de la sociedad española en la capital, tomaron por asalto el Real Palacio de México, la noche del 15 de septiembre de 1808, y depusieron al virrey Iturrigaray, dando así el primer golpe de Estado en la Historia de México.
Esas mismas élites golpistas después de 13 años de guerra fratricida mandataron a Iturbide a pactar la paz con Vicente Guerrero para declarar la Independencia de México y así escapar de la recién promulgada Constitución de Cádiz que lesionaba sus intereses.
Es decir, si no hubieran dado el golpe de estado en 1808 hubieran llegado sin necesidad de que nadie muriera al mismo punto al que llegaron 13 años después. Trece valiosos años perdidos junto con vidas y recursos económicos para el progreso de México por la contumacia de las élites en mantener sus privilegios.
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