Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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viernes, 11 de mayo de 2012

10 de Mayo de 2012. Mc Cartney en el Zócalo. Mi crónica personal

Si ésta ha de ser una crónica personal tal vez deberia empezar desde el principio; pero como el principio se remonta a mi niñez, cuando casi accidentalmente escuché la canción Please Mr. Postman, una canción que no se parecía a nada que hubiera escuchado en mi entorno familiar en el que la palabra Beatles siempre era dicha con profundo desprecio y acompañada con expresiones como "greñudos, marihuanos, malvivientes" y que no sé en que momento se convirtió en una palabra genérica para designar a cualquier joven que usara el cabello largo y cantara rock; es decir, Beatle no era solamente un miembro del célebre cuarteto inglés sino cualquier greñudo con guitarra eléctrica. Si no fuera porque empezar por mi personal principio haría esta un crónica demasiado larga no tendría que saltarme varias décadas y llegar hasta enero de 2012 cuando se empezó a escuchar el rumor de que Paul McCartney tocaría en el Estadio Azteca.

A ver ¿qué no ya había venido a México durante la que era su última gira? Pues sí pero ya ves lo que dicen: "El que mucho se despide pocas ganas tiene de etc,etc." Sí, se iba a presentar en el Azteca pero los rumores también señalaban que el costo de los boletos rompía el récord de precio de cualquier espectáculo que se hubiera presentado en México. ¡¿por qué?! ¿Acaso el boleto incluye cena y baile con la reliquia viviente de la Beatlemanía? Pues quien sabe el caso es que ya para mediados de abril un diario en su primera plana decía: "Confirmado, Paul McCartney hará un concierto gratuito en el Zócalo." ¡No pues habrá que estar allí! Y allí estuvimos.

El viernes 4 de mayo los medios daban cuenta de que Paul ya estaba en México. El domingo 6 se presentó en el Estadio Omnilife en Guadalajara y sorprendió a todos cantando Obladí obladá con mariachi. El Martes 8 se presentó en el Estadio Azteca y saludó a la concurrencia con un "¡Hola chilangous!" Ese día me entero de que el gobierno capitalino no va a permitir que nadie acampe en la Plaza de la Constitución para reservar lugar para el concierto. El miércoles 9 conozco la noticia de que a la una de la tarde ya hay gente formada para ingresar en primer lugar al día siguiente a las 8 de la mañana; en la tarde me llevo la sorpresa de que la primera persona de la fila se formó desde ¡el lunes! Sin duda esos fanáticos merecen estar en primera fila, es más, merecerían que Paul se los llevara a vivir a su casa como dice la letra del Sargento Pimienta.

El jueves 10 de mayo se abre el Zócalo y en el primer momento ingresan ¡20 mil personas! Las autoridades capitalinas informan que solamente se permitirá que entren 80 mil personas a la Plaza. El nerviosismo empieza a hacer presa de mí: a ese paso me quedaré afuera pues mi plan es estar en el Zócalo a las 6 de la tarde. El reporte de la una de la tarde dice que ya hay 23 mil personas en el Zócalo. Respiro con más calma; entonces el primer trancazo solamente fué el de los que pernoctaron en las calles del Centro, pero el resto piensa, como yo, en realizar las actividades del día antes de ir al Zócalo.

4:45 y ya me dispongo a ir al Zócalo. Al llegar a la esquina de Donceles y Eje Central una valla de granaderos bloquea el paso, otra cancela el acceso en Tacuba, otra en Cinco de Mayo, otra en Madero...en fin en República del Salvador todavía hay paso y junto con miles de personas me encamino hacia esa calle a paso veloz hasta encontrar la fila para entrar al Zócalo, después de un buen rato muestro mi impermeable al policía, los medios informaron que no se permitía el paso ni con botellas, ni con paraguas, ni con cinturón.
6 de la tarde y estoy pisando la plancha del Zócalo.

Busco con la mirada algunos conocidos que dijeron que también estarían allí y con sorpresa veo que efectivamente están allí, los llamo y se abren paso hasta donde estoy. Ahmm, bueno ya nada más faltan 3 horas y no hay espacio más que para estar de pie. Uno de mis acompañantes lleva la alplicación de radio en su celular y nos va informando de los reportes de los noticieros; a las 7 en el Zócalo hay 90 mil personas y las autoridades cierran la plaza. Al día siguiente los medios darían la cifra de que contando a las personas que se quedaron el sa calles alrededor del Zócalo sumaron 200 mil personas y que en la plaza había 110 mil.

7:30 y en el sonido empieza a escucharse música elelctrónica, canciones de los Beatles en versiones sampleadas o como se diga. Desde que llegué y ví la plaza pletórica me pregunté si no se aprovecharía el momento para hacer proselitismo electoral; a mi pregunta le dió respuesta una chica que se movía entre la muchedumbre con un cartel en alto que decía: "All you need is AMLOVE", nadie parecía notar su presencia o entender el juego de palabras, pero cuando de uno de los edificios surgió una lona con la leyenda "Me Comprometo y Cumplo; Peña Nieto", la concurrencia en pleno inició un concierto de mentadas de madre, chiflidos, trompetillas y mostrando el dedo medio coreó "¡fuera,fuera,fuera" y la lona fué retirada con el beneplácito de todos. Pero la política alrededor del concierto gratuito de Paul Mc Cartney continuó hasta el día siguiente cuando en la Asamblea Legislativa la fracción panista presentó una moción para que se prohiban de una vez por todas los conciertos gratuitos en el Zócalo ¿se explican porqué el PAN nomás no pinta en el Distrito Federal?

Más que la Constitución, es la Plaza de la Constitución lo que iguala a todos; por eso a los privilegiados funcionarios que tenían lugares arriba del escenario les empezó a caer una lluvia de botellas, bolsitas de agua y basura no identificada, por lo que se tuvo que recurrir a los granaderos para que los protegieran con sus escudos, lo que la masa interpretó como una imperdonable provocación que no hizo más que arreciar la lluvia que no cesó hasta que se acabó el parque.

8:30 y el DJ termina su número y se queda en el sonido una especie de ambientación, vamos a decir, flotante, hasta que a las 8:45 el escenario se queda a oscuras y en la pantalla aparece una serie de imágenes que caen en una cascada interminable donde aparecen las carismáticas efigies de los Beatles y escenas mil de la década de los 60, para finalizar con postales de Liverpool y a las 9:05 alguien exclama: "¡Allí está, en el escenario!" y toda la piel se me eriza.

La primera de las 46 canciones que durante tres horas cantó Sir Paul fue Hello Goodbye con un coro de 110 mil personas que no cesó un segundo durante las tres horas siguientes. Cada palabra de Mc Cartney, cada gesto, cada movimiento era celebrada por toda la plaza. En algún momento Sir Paul explica que su mal español se debe a que lo aprendió en la escuela primaria a los once años y recuerda una de esas lecciones: "Ví dos conejos tocando tambor/que sí, que no / que sí lo he visto yo" y se encoje de hombros como diciendo, "ni modo, la educación pública". Pero nah, yo creo que el español que usó en el Zócalo se lo enseñó su baterista mexicano, sobrino de Johnny Laboriel; especialmente aquello de "Mamacitas..." "Son a toda madre" y "¡Viva México Cabrrones!"

Disfruté mucho mi pequeña participación en esta historia que es colofón de aquella que inició cuando cuatro muchachitos salieron de su barrio a probar suerte en Hamburgo. Todos cantamos, reimos, apaludimos, bailamos, saltamos durante esas memorables tres horas, todos amanecimos adoloridos de las piernas y la garganta y a todos a esta hora nos dura la buena vibra de esas canciones que no hablan de matar a nadie ni de relaciones de codependencia sino exclsivamente de pura buena onda, de amor y de paz.

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