Hombres-masa al volante y su populista representante en los Pinos

Tiene (el hombre-masa) sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga -sine nobilitate- snob.
José Ortega y Gasset.

No hay sector de la población al que se destine más presupuesto que a los automovilistas. Para que estos señores puedan llevar su vehículo a todas partes es necesario construir vías rápidas, carreteras, pasos a desnivel, distribuidores viales, segundos pisos. Para preservar la propiedad de los vehículos se ocupa buena parte de la superestructura en cámaras, alumbrado, vigilantes, investigadores, personal de barandilla, etc. Para paliar los efectos nocivos de las emanaciones de los vehículos es necesario sostener infraestructura y personal para controlar esas emanaciones, no están cuantificados los gastos en salud pública que provoca la contaminación vehicular, pero podemos apostar que son descomunales.

Como buenos hombres-masa, los automovilistas creen que todos los gastos que provocan se solventan mágicamente, que todo el dinero necesario para que ellos puedan transitar surge de la nada; lo mismo creía su representante en los Pinos, el populista de derecha Felipe Calderón, hasta que tuvo que cumplir su populista y electorera promesa de quitar el impuesto a la tenencia vehicular. Entonces fué cuando el hombre-masa Calderón vió la manera de quedar bien con los hombres-masa automovilistas y hacer quedar mal a los gobiernos estatales dejando que fueran estos quienes tomaran la decisión de aplicar o no el impuesto a la tenencia vehicular.

Ya se salieron con la suya los dueños de las calles que no quieren compartirlas ni con los peatones, ni con los ciclistas y odian que el metrobús les escamotee ¡todo un carril! para transportar a la peluza sin carro, pero ahora sí , a ver quien paga los gastos que ocasionan los hombres-masa automovilistas, supongo que habrá que adquirir deuda para subsanar la falta de tenencia.