HAY MUCHOS que creen que los hombres son corderos; hay otros
que creen que los hombres son lobos. Las dos partes pueden
acumular buenos argumentos a favor de sus respectivas posiciones.
Los que dicen que los hombres son corderos no tienen más que
señalar el hecho de que a los hombres se les induce fácilmente a
hacer lo que se les dice, aunque sea perjudicial para ellos mismos;
que siguieron a sus líderes en guerras que no les produjeron más que
destrucción; que creyeron toda suerte de insensateces sólo con que
se expusieran con vigor suficiente y las apoyara la fuerza, desde las
broncas amenazas de los sacerdotes y de los reyes hasta las suaves
voces de los inductores ocultos y no tan ocultos. Parece que la
mayoría de los hombres son niños sugestionables y despiertos a
medias, dispuestos a rendir su voluntad a cualquiera que hable con
voz suficientemente amenazadora o dulce para persuadirlos.
Realmente, quien tiene una convicción bastante fuerte para resistir la
oposición de la multitud es la excepción y no la regla, excepción con
frecuencia admirada siglos más tarde y de la que, por lo general, se
burlaron sus contemporáneos.
Sobre este supuesto de que los hombres son corderos erigieron
sus sistemas los grandes inquisidores y los dictadores. Más aún, esta
creencia de que los hombres son corderos y que, por lo tanto,
necesitan jefes que tomen decisiones por ellos, ha dado con
frecuencia a los jefes el convencimiento sincero de que estaban
cumpliendo un deber moral —aunque un deber trágico— si daban al
hombre lo que éste quería, si eran jefes que lo libraban de la
responsabilidad y la libertad.
El Corazón del Hombre. Erich Fromm.
Entonces lo que se debe hacer es estar despiertos del todo y dejar de ser corderos; ¿pero cómo?
Pues identificando aquellos recursos que usa el poder para persuadirnos, recursos como la religión, el nacionalismo, el miedo, el racismo, el clasismo y toda suerte de prejuicios y engaños; para poder pensar con claridad.
3 comentarios:
Ayer que leía esto, lo que pensé es que Fromm ironizaba con el término "cordero"; luego encontré que no hay una distinción sustancial entre el uno y el otro: a ambos los mueven las pasiones. Al uno para prevaricar, al otro para obedecer.
Y luego pensé –llevo tiempo pensándolo- que todo en esta vida es una construcción para el propio entretenimiento. Cada lugar es convertido en un escenario por la mano del hombre. Desde la metrópoli con su carga de locura, hasta los naturales paisajes campestres con su soledad, porque la soledad –pienso- allí ha estado siempre, pero nosotros la teñimos de esta cosa romántica, de este pathos de tuberculoso del XIX, de vago, de poeta, de todo aquello que no olisquee a progreso.
Escenarios, muchos escenarios por doquier donde llevar a cabo nuestros dramas.
Hay días que quisiera dejarme llevar por sentimientos más mediocres…
No sé.
Gracias por estos textillos que nos pones y nos impulsan al divague (¿qué no?).
Por cierto, siempre te leo –algunas veces se me va uno que otro post-, sólo últimamente no comento tanto porque tiene tiempo que un cansancio extremo –como de siglos-, me tiene poco predispuesta, ¿no te ha pasado?
Te envío muchos saludos.
gracias por leerme, y sí, efectivamente, lo que hago es una invitación a la reflexión.
"Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera". Dijo alguna vez Albert Einstein y es que más allá de esa analogía que se hace del hombre y un cordero, yo creo que la mente humana es tan irónica que nos lleva a la destrucción, a todos, creo que así es la vida.
La mente humana es el campo más fértil y más grande que existe en este planeta, los sembradores son agentes externos y los que logran madurar pueden sembrar en su propia mente, la cosecha depende de la educación (escuela sí, pero también familia), las morales vienen y van y nunca sabremos con certeza que es mejor en cada caso, ser cordero o excepción.
Según mi filosofía de la vida, creo que también sería bueno hacer algo por nuestra educación (como individuo para sí mismo), aceptar que somos libres y hacernos responsables de nuestra libertad.
Más de Einstein
"Cada día sabemos más y entendemos menos".
"El verdadero valor de un hombre se determina según una sola norma: en qué grado y con qué objetivo se ha liberado de su Yo".
"La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente."
Saludos.
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