Me pregunto que carencias intentó compensar Calderón con la exageración en los festejos del Bicentenario de la Independencia y en el Centenario de la Revolución. Cualesquiera que sean sus carencias, su compensación nos ha salido cara, no sólo por el dinero que se quemó en el Zócalo, sino por la destrucción del patrimonio cultural por el que Calderón pagó una millonada, no de su bolsillo por cierto sino con dinerto de nosotros.
Seguidores de la Ópera, asiduos al Palacio de Bellas Artes, están consternados por el crimen que el gobierno de Calderón ha perpetrado contra este recinto, el mobiliario se cambió por otro de muy baja calidad, se cancelaron salidas de emergencia, se instalaron bocinas en un recinto donde se canta Ópera, se colocaron asientos de lo más incómodos, se desaparecieron candiles, espejos y adornos que seguramente ya están en la casa de algún político encumbrado, la nueva concha acústica alteró de tal gravedad lacalidad sonora que se ha tenido que colocar la antigua, la tramoya nueva no funciona y mil detalles más, que entre otros anoto aquí abajo los que enunmera el grupo de Facebook Destrucción del Patrimonio Cultutral: Palacio de Bellas Artes:
Información General:
La arquitectura de la sala principal del Palacio de Bellas Artes se caracterizó por estar realizada hasta en sus mínimos detalles en Art-decó. El primer proyecto lo realizó el arquitecto italiano Adamo Boari en un estilo ecléctico finisecular, pero los acontecimientos históricos no permitieron que se terminara tal construcción. En 1931 Federico Mariscal retomó la construcción y cambió completamente el proyecto de la sala de espectáculos, convirtiendo el proyecto de teatro decimonónico propuesto por Boari en una sala moderna cuya decoración se realizó, como se ha dicho, en todos sus detalles en Art-Decó. Tal maravillosa decoración Art-Decó le dio fama mundial de ser el único teatro de ópera del mundo en ese estilo. Esa fue una de las razones por las cuales la UNESCO declaró en 1987 el edificio como Monumento Artístico.
La intervención que se ha realizado ha destruido una gran parte de esa maravilla. El resultado es una sala que parece un cine. El piso de la platea tenía una suave inclinación que daba una amplia superficie plana propicia a la acústica. Tal forma arquitectónica, usual en los grandes teatros de ópera, fue cambiada por escalones que con sus ángulos destruyen la acústica. Para el piso se utilizó una madera de una tonalidad muy clara con resultados nada favorables para la estética del recinto. Las butacas de teatro fueron cambiadas en su totalidad por butacas que no tienen nada que ver con el estilo Art-Decó y parecen de cine.
Se destruyó la arquitectura de los palcos haciéndolos más pequeños y recubriendo toda la pared con madera de nogal. Las puertas de los palcos fueron cambiadas por puertas también de nogal que parecen de closet. Los detalles Art-Decó desaparecieron o quedaron inperceptiples por esa desafortunada intervención. La madera de nogal no corresponde a la decoración interior original Art-Decó. Esa intervención destruyó la arquitectura de los palcos.
La señora Teresa Vicencio (La Jornada 17 de noviembre) ha explicado que con esa intervención se ha realizado la intención del proyecto de Adamo Boari. Pero el proyecto de sala propuesto por Adamo Boari nunca se construyó. Lo que se construyó fue el proyecto de Federico Mariscal. De tal modo, al realizarse esta intervención, se incorporó algo de un proyecto de una sala no construida y muy diferente de lo finalmente realizado.
También se recubrió con madera de nogal los balcones, los antepechos del primero, segundo y tercer piso. Los palcos de honor fueron cubiertos en su totalidad con tal material ajeno a la decoración original. Las grandes puertas de acceso a la sala se retiraron y se pusieron en su lugar puertas modernas en un estilo indefinido que podría estar en cualquier centro de convenciones en Las Vegas. Muchos elementos decorativos en las puertas y los balcones desaparecieron, se retiraron o simplemente ya no son identificables. Se construyó una cabina de sonido al fondo de la platea en un estilo moderno que igual podría ser una caseta de cobro. Todos estos cambios han provocado una reducción de 300 butacas.
En los pasillos laterales se cambió la franja negra que decoraba la pared a un metro de altura por madera de nogal que desentona con la concepción original del espacio pensado en blanco y negro. En la antesala, inmediatamente después de cruzar los portones del vestíbulo, se colocaron espejos con marcos también en nogal que recuerdan en su forma las folklóricas artesanías del Bazar de San Ángel y que, consecuentemente, no tienen nada que ver con la elegancia del estilo Art-Decó.
El proyecto de remodelación anunciado hace tres anos se publicó como una modernización de la maquinaria del escenario. Las convenciones internacionales de preservación de teatros históricos indican que se puede intervenir la mecánica del escenario, pero no se debe alterar la decoración de la sala. Sin publicarse tal acción ni ponerse a discusión pública, se ha intervenido la sala dejándola como un cine. Esa destrucción del patrimonio nacional ha costado 700 millones de pesos y ha destruido la internacionalmente famosa unidad estilística de la sala de Bellas Artes. Asociaciones internacionales han comenzado a presentar su protesta ante la UNESCO e ICOMOS por esta destrucción del patrimonio artístico mexicano.
La destrucción de la sala de espectáculos de Bellas Artes recuerda dolorosamente que en la ciudad de México durante el siglo XX se destruyeron todos los teatros de ópera o teatros que podían servir para representar ópera: el Gran Teatro Imperial –la obra maestra de Lorenzo de la Hidalga con una capacidad de butacas del doble de Bellas Artes fue reducido a una calle-, el Teatro Renacimiento, el Teatro Arbeu, el Teatro Xicoténcatl, el Teatro Principal (del siglo XVIII convertido hoy en un estacionamiento), el Teatro Lírico (destruido hace menos de dos décadas y del cual solo queda la fachada en la calle de Cuba). Esa situación es particularmente dramática en una ciudad de 20 millones de habitantes en la que debería haber por lo menos 10 teatros de ópera para que la población pueda tener acceso a la cultura y la educación.
La destrucción de la unidad estilística de la sala de espectáculos de Bellas Artes inevitablemente llevará a que la UNESCO retire al recinto la calidad de Monumento Artístico otorgada en 1987. Es necesario cerrar la sala y contratar a los mejores restauradores del mundo para intentar salvar lo que aun se pueda salvar de lo que fue la obra maestra del Art-Decó.
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