Decir "te quiero",
decir "amor"
no significa nada
Camilo Sesto
Alguna vez en el, aquí multicitado, darkiforo alguien subió la fotografía de una chica que, aunque vestía de manera digamos recatada, se evidenciaban sus atributos fisicos, especialmente de espaldas. Entonces mi comentario a esa foto fue: ¡Qué par de... ojos tan bonitos!. A otro forista mi comentario tal vez le pareció hipócrita o timorato y respondió: Yo sí tengo los huevos para decir: ¡qué buenas nalgas!
En otra ocasión en el mismo foro, una chica que vivía en Estados Unidos dijo que prefería relacionarse con chicos anglosajones porque le decían: ¡Qué bien cojes! mientras que los chicos latinos le decían Te amo.
Advierto un nexo entre ambas anécdotas, el de el desencanto por las maneras gentiles del cortejo, los piropos o lo que se ha conocido como el "amor romántico". Tal desencanto tal vez surge del abuso que se hace de las palabras como "amor", "cariño", etc, que se van gastando y vaciando de significado. De tal manera que si es tan fácil decir "te amo" sin sentirlo mejor pasemos directamente al grano y bajémonos ya los calzones.
Siguiendo este razonamiento , podría decirse que este desencanto ha pasado al baile: Hay estilos muy sensuales que a la vez son elegantes, como el Tango y el Danzón, es evidente que el baile es ámbito socialmente aceptable para el cortejo, la seducción y es una representación de las relaciones sexuales. En la antigüedad las prácticas orgiásticas eran socialmente aceptables, pero con el advenimiento de la moral judeo-cristiana pasaron, o bien a la clandestinidad o de plano desaparecieron , aunque de repente surgían nuevos estilos de baile orgiásticos como el Chuchumbé en la Nueva España, perseguido por la Santa Inquisición.
Hace algunos años apareció el estilo llamado Lambada más que sensual, cachondo y ahora tenemos el Perreo, que como su nombre lo indica es más animalidad que baile.
No sé si ganamos o perdemos con el abandono de las prácticas románticas, tal vez ganamos al liberarnos de inhibiciones y represiones culturales, tal vez ganamos algo de asertividad, pero no sé, sospecho que perdemos algo de la civilidad que ha duras penas se ha construido durante siglos.
3 comentarios:
Pues, ¿qué te digo? Esta tránsfuga de la postmodernidad, romántica irredenta, no puede más que coincidir contigo -casi por completo. Y digo casi por completo porque, si bien es claro que yo no podría bailar así en público, también es cierto que disfruto la idea de que haya personas que sí puedan hacerlo y se sientan bien al respecto; esa forma de ser desinhibidos, para mí también tiene su encanto (¿o es que me empeño en verle a todo ese aspecto "romántico"?).
Y sí, también voy contigo en lo del uso -tú le llamas abuso- que se hace de ciertas palabras (o creo que así funciono): la vacuidad de las palabras para transmitir emociones cuando ellas no significan dichas emociones; es decir, las palabras que dicen el amor, yo pugno por utilizarlas cuando estén llenas de ese significado, a fuerza -como dices tú- de que un día no se vacíen de sentido. No es difícil explicar este afán en mí: el deseo de concebir como singularísimo, como sin parangón, el amor que prodigo hacia al ser amado. Y este afán en mí se explica desde mi humanidad: vivir un poco esa ficción según la cual uno es especial e irrepetible y que no hay cosa que se te compare -ni a ti, ni a tus situaciones. Por supuesto, yo sí creo que, si bien diversos y plurales, los humanos -en general- podemos ser bastante parecidos; como una especie de sustrato psicológico subyacente que, más o menos, dependiendo de cada cual, éste permanece casi inmutable o, de plano, se difumina casi del todo. A mí me gustan quienes pulen el sustrato, le dan forma, le esculpen; me agradan porque detrás de ello – muy posiblemente- hubo un muy arduo trabajo con la propia conciencia, con el pensamiento; equivale a no quedarse con lo dado, con las convenciones, es decir, equivale a lo contrario: a formular preguntas, a dudar, a cuestionar, a replantear, a revisar y proponer nuevas formas a las ya establecidas porque es razonable y no por un mero atisbo de “singularidad”; la singularidad deviene sola, como por añadidura. Bueno, insisto, la “singularidad”, así, pura, tal vez no es posible en nosotros.
Por singularidad entonces, por –incluso- imprimir de una razón intelectiva a las emociones, de una motivación razonada, uno quiere decir las palabras que dicen al amor cuando realmente lo digan. Y sí, sea quizá sólo cuestión de elección.
bueno, a final de cuentas todo baile tiene algo de animalidad, que nos guste sublimar las cosas y volverlas más arte que animalidad (y luego regresar a lo primitivo desde el arte!), eso es otra cosa.
como que yo dudo eso de que antes eran más románticos y tal, como siempre dice mi abuelo. quizá antes se reprimían más las cosas, pero una cosa es eso y otra que la tendencia mayoritaria a tener tal o cual personalidad varíe tanto ¡en menos de un siglo! Digo, yo no sé mucho de biología o psicología evolutiva, pero se me hace implausible decir que la gente es menos romántica (en términos de psicología, de personalidad--de neuroquímicos, pues) hoy que hace 50 años, digamos.
lo de la liberacion sexual, creo (estoy especulando, que es mi deporte favorito) tendría más relación con cambios culturales--el zeitgeist y asi.
no es que sea fan del perreo (de hecho me molesta un poco bastante esa sexocracia contemporánea, reguetoneros de las clases populares incluidos...). de hecho, yo tambien tiendo a ser el soso "enamorado del amor", aunque de repente bailarse un regueton (hasta donde las capacidades den, jajajajajaja) está cagado... o, si lo haces para conseguir cópula, todavía mejor... jajaja.
Todo esto me recuerda una entrevista que ví de los Ramones en la que decían que como ellos no tenían problemas para conseguir chicassus letras hablaban de temas diferentes al romance y eso.
Publicar un comentario