Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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lunes, 14 de junio de 2010

Cananea ayer y hoy



Documentos de la época lo asientan: fue la noche de aquel 31 de mayo de 1906 cuando los mayordomos de la mina “Oversigth”, transcribo el nombre tal cual, congregaron a los obreros denominados carreros y rezagadores para notificarles que a partir del siguiente día la extracción del metal se haría bajo nuevas normas, y ello en virtud de la contratación que para

ese trabajo habían celebrado con The Cananea Consolidated Copper Co., contratación que les otorgaba amplias facultades para reducir el personal, seguir pagando los mismos salarios (3 pesos por 12 horas de trabajo) y exigir mayor rendimiento a los obreros que no fuesen despedidos. Con semejante contrato los mayordomos adquirían un ilimitado poder, y a los trabajadores se les regresaba a la era feudal…

Tan aviesa medida produce la más enardecida indignación entre los trabajadores. La chispa alcanza la sustancia inflamable. A la advocación de los Mártires de Chicago y en la mente los ideales magonistas, los mineros se lanzan a un movimiento impetuoso, violento, que sólo con plomo -extranjero- se iría a detener. Encrespados, enardecidos, los obreros comienzan a coordinar su rebeldía. Y llegó la mañana del día primero de junio, y estalla la huelga de Cananea. La consigna de los mineros:

¡Ocho horas de trabajo y cinco pesos de salario! ¡Viva México..!

De inmediato los agentes de la policía comunican la novedad a sus superiores, y el pánico se apodera de patrones extranjeros y funcionarios del gobierno local. A las ocho de la mañana representantes de la autoridad política,se entrevistan con los mineros, quienes les dan las razones que originan la huelga, sintetizadas en las 6 demandas que especifican, además de salario y horas de labor, el número de extranjeros que podrían ser contratados. A esa hora ya la muchedumbre que bloquea el edificio supera los dos mil huelguistas. Se reparten volantes que claman, en sus primeras líneas:

Obreros Mexicanos: un Gobierno electo por el pueblo, para que lo guie y satisfaga sus necesidades en lo que cabe: eso no tiene México. Por otra parte: un gobierno que se compone de ambiciosos que especulan criminalmente, fustigando al pueblo, electos por el peor de ellos, para que lo gobiernen, no para que se burlen y lo humillen, es la República.

Pueblo, levántate. Aprende lo que parece que olvidaste. Cada mexicano al que desprecian los extranjeros en el propio suelo mexicano vale tanto o más que ellos si se une a sus hermanos y hace valer sus derechos. La situación actual se debe al pésimo Gobierno que da las ventajas a (os aventureros, con menoscabo de los verdaderos dueños de esta desafortunada tierra, ¡mexicanos, despertad, unámonos. La patria y nuestra dignidad lo piden!

Este “pasquín” (razonable, a mi juicio; tan actual en los tiempos actuales) es rechazado y desautorizado por los mineros porque, aseguran, fue escrito e impreso como una maniobra de los altos jefes de la compañía con fines premeditados de acusar a los huelguistas de sedición. “Mal síntoma, alerta el cronista, pues ya apareció la mano perversa de la burguesía minera, que principia a proyectarse en sucias maniobras para desvirtuar el noble fin que persiguen los trabajadores al reclamar justicia”. En fin

Ya para entonces una impresionante multitud de huelguistas se había situado frente al edificio de la comisaría, muchedumbre ansiosa de conocer al resultado de las conversaciones que encabezada, por el Comité de Huelga, Manuel M. Diéguez. Interminables horas de debate sólo iban a conducir a un mínimo acuerdo: los mineros deberán presentar por escrito sus peticiones. Ya decidiría la patronal, y esto de acuerdo a sus conveniencias. Los huelguistas habían acordado realizar una manifestación pública por toda la zona del mineral, y al arrancar su marcha de protesta arrancaron también las acciones que remataron en la masacre. Cananea.
“El espectáculo es grandioso, si tomamos en cuenta que se realiza en un rincón del territorio; porque Cananea no es una ciudad industrial sino sólo la colonia de un mineral…”

Al avance de la columna se van sumando contingentes de trabajadores, que a coro proclaman: “¡Viva la huelga! ¡Viva

México!” Asombro, júbilo y vítores de comerciantes cuando la interminable columna de manifestantes, que sobrepasa los dos mil, hace su entrada en Ronquillo y desfila frente a la tienda de raya y las oficinas generales de la Cananea Consolidated Copper Co. Llega la columna a la maderería, única planta que falta paralizar para que todas las actividades en el mineral queden suspendidas. Pues sí, pero entonces…

W.C. Green, presidente del mineral, prepara e instruye a los hermanos Metcalf, altos empleados del mineral, para que provoquen a los manifestantes y así justificar la violencia contra los huelguistas. Por lo pronto, las puertas de la maderería han sido cerradas para impedir que los obreros se sumen a la manifestacióa Y es entonces cuando la Cananea asesta su primer golpe:

A manguerazos de agua fría con el equipo de mangueras de alta presión, que se usan sólo para sofocar incendios, son recibidos los huelguistas. Accionadas por los hermanos Metcalf, las poderosas mangueras bañan a los manifestantes y vejan las banderas que empuñan los obreros de vanguardia Semejante provocación, tal agresión a los obreros y el atropellado a las banderas, enciende la ira de los mineros, que se lanzan como catapulta sobre la puerta de la maderería Espantados, los hermanos Metcalf sueltan las mangueras y vuelven con sendos rifles. Resuenan los primeros disparos. Caen muchos obreros. Uno, muerto; los demás, heridos…

Se violentan las puertas. Los obreros prenden fuego al refugio de los Metcalf. El incendio levanta grandes nubes de humo y fuego que se extienden a gran parte del edificio. Al saltar por una ventana, uno de los Metcalf es recibido a pedradas, y cuando rueda por tierra lo rematan con su propia arma Sigue el otro disparando sobre la multitud. Caen varios huelguistas, pero es acosado por los mineros, que con su misma arma lo rematan. Antes de caer ha herido y muerto a varios mineros. El fuego, entretanto…

El fuego sigue destruyendo los almacenes de madera, leña y forrajes, y el edificio de oficinas. W.C. Green, presidente de la Compañía, y Dwigth, su gerente, concentran armas y parque en un edificio cercano a las oficinas y al palacio municipal. Ahí mismo han acuartelado a su policía privada, que integran norteamericanos. Todos, arma gringa en mano, se parapetan en posiciones estratégicas. Los manifestantes se acercan al palacio municipal, desde donde los observa el munícipe. Es el México de Porfirio Díaz…

De repente las primeras descargas de fusilería A la vista de la autoridad mexicana seis trabajadores son asesinados. Indignación, impotencia para repeler la agresión por falta de armas. Los mineros se dispersan hacia las casas de empeño, las toman por asalto y se apoderan de pistolas, rifles y parque. Los pocos que lograron armarse regresan al edificio y contestan el fuego de los policías norteamericanos. Pero el parque se agota y los trabajadores se ven obligados a replegarse. Conclusión:

En Cananea han quedado 10 cadáveres y otros tantos heridos graves. Los gringos habían usado balas “Dun Dun”, prohibidas en todo el mundo por los estragos que produce, que perforan y destrozan la carne y los huesos. Acá, en la ciudad capital y desde la silla presidencial, Porfirio Díaz observa..

Siderúrgica Lázaro Cárdenas, mina de carbón Pasta de Conchos, Cananea. Porfirio Díaz, Fox, Calderón. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar que este país es gobernado por los grandes capitales transnacionales, El Vaticano, la TV, en fin. Es México. (Este país.)
Tomás Mojarro

Este es sólo un fragmento del Programa Domingo Seis transmitido el 13 de Junio de 2010. Para escucharlo completo sólo haz click aquí

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