Pero el caso es que en esta ocasión concidió una de mis lecturas con un asunto en boga: Diversos jerarcas de la Iglesia Católica han dado como una explicación a los multiples casos de pederastía por parte de curas en todo el mundo el hecho de que según estos jerarcas hay hoy en día una gran liberalidad sexual:
no es culpar a la sociedad” por la pederastia clerical, pero insistió en que en “este medio ambiente contrario a la castidad y al celibato es muy difícil que alguien se mantenga puroHe terminado de leer Psicología y psicopatología de la vida amorosa de Josef Rattner. Editorial Siglo XXI. 1a edición l966. Decimosexta reimpresión 1982.
Obispo Felipe Arizmendi.La Jornada 16 de abril de 2010
Lo atrasado de los conceptos de este libro surge al colocar la homosexualidad y la masturbación como parte de la psicopatología sexual, siendo que actualmente ni la homosexualidad ni la masturbación son consideradas patologías por las ciencias de la conducta.
De todos modos el libro ofrece una buena revisión de las patologías más comunes, se aborda la impotencia del varón y la frigidez de la mujer, el sadomasoquismo, el vouyerismo, el fetichismo, la prostitución; en esta patología sexual el autor atiende no sólo a la prostitua sino además hace un estudio del padrote y del cliente, finalmente la obra presenta un analisis de tres figuras míticas de la sexualidad. Don Juan, Casanova y el Marqués de Sade.
Hay un hilo conductor en todas las patologías, un denominador común que sería muy interesante para el Obispo Arizmendi y para toda la jerarquía católica: Al revisar el historial de vida de los individuos con patologías sexuales se llega invariablemente a una infancia marcada, no por la liberalidad sexual, sino al contrario, por la represión sexual.
3 comentarios:
asi se basen sus tesis hasta en libros de la epoca romana ,el hecho es el mismo
los padrecitos pederastas son delincuentes aqui en MEXICO;y que nunca se vera la justicia del hombre sobre sus hombros
Ahorita que hablas de lecturas de libros y de, en particular, esta lectura que acabas de concluir, me viene a la mente el libro que estoy leyendo ahora –te lo recomiendo bastante- “Anatomía del Deseo” de Simon Andreae, publicado por la Biblioteca “Muy Interesante” (si bien en esta misma colección se editaron libros sobre cuestiones paranormales –exorcismos, fantasmas, etc.- este libro está escrito con toda seriedad y es, en verdad, muy interesante, ameno e ilustrador). En este libro, hay un apartado que señala la muy obvia consecuencia que tiene la represión de nuestra sexualidad:
“… Según John Money, cuando la sexualidad parece tan desagradable y peligrosa, cualquier parafilia, por extraña que sea, puede desarrollarse como una manera de desviar los propios sentimientos sexuales hacia canales donde sea menor el riesgo de rechazo, repugnancia o castigo. De hecho, las parafilias pueden verse como una forma de enfrentarse al sexo.
Mark Matthews, que ha escrito unas memorias tituladas “The Horseman” (el jinete) y que dispone en Internet una página web para aquellos que, como él, se sienten exclusivamente atraídos por animales, relata que lo mejor de su poni, con el cual perdió la virginidad era que “no podía reírse de mí”. De chico, sus padres le hablaban continuamente de lo pernicioso que era el sexo. Más tarde, cuando lo sorprendieron realizando juegos de carácter sexual con su prima, su madre le dio una buena zurra. “Me dijo que había sido malo –escribe-, que era un guarro, que tocar a las niñas era un pecado terrible, que de mayor me volvería loco y me encerrarían en el manicomio, y que nunca más en mi vida intentara hacerle eso a una niña.” Años más tarde, al principio de su adolescencia, su impulso sexual floreciente y su profundo miedo hacia las mujeres lo condujeron a buscar su primera experiencia sexual en una granja, donde introdujo su mano en la vagina de una yegua. En los dos o tres años siguientes se masturbaba frente a imágenes de mujeres desnudas, pero con la imagen de la yegua en la memoria. Más tarde, a los dieciséis años, con varios kilos demás y muy poco amor propio, pidió a una compañera de clase que lo acompañara al baile de la escuela. Ella lo rechazó abiertamente y lo describió como un “pervertido y bola de sebo con el que sólo un cerdo se atrevería a salir”. Mark recuerda que en ese momento perdió toda la ilusión de que alguna chica de la escuela, de la ciudad, del país y quizá del mundo pudiera interesarse en él. Se fue a un campo cercano y, desesperado por descargarse, tropezó con una yegua joven con la cual acabó copulando. Ahora Mark nunca mira hacia atrás y, desde su punto de vista, lleva una vida agradable en un camping para caravanas en el medio oeste norteamericano, con su equina compañero, Dottie….”
Tristísimo...
así es Miguel.
Gracias por la recomendación Eleutheria.
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