Cómo quedar mal con todos.

En 1808, cuando Napoleón invadió España y el rey abdicó y se cedió el poder al hermano de Napoleón se generó en el imperio español un conflicto de lealtades: Cuando los súbditos de la Corona Española le juraron lealtad al rey español, la soberanía del reino recaía en el rey, pero como en 1808 éste rey había renunciado, entonces la soberanía retornaba a su origen, es decir al pueblo. Así lo entendieron muchos súbditos de la Nueva España, desconocieron la autoridad de los Bonaparte y se propusieron gobernarse a sí mismos.
Pero otro grupo de súbditos, con fuertes intereses vinculados al envío de mercancías a la Madre Patria vió un gran riesgo en romper con España pues sus contratos de intercambio comercial se verían afectados, así que le dieron un Golpe de Estado a los autonomistas y cancelaron la posibilidad de que la Nueva España adquiriera su independencia de manera pacífica y además con el Derecho en la mano.

Esto generó la idea de que no era posible transitar la vía pacífica, que era necesario levantarse en armas y la Nueva España se enfrascó en una larga lucha que en este año de 2010 cumple 200 años de haber iniciado y que sólo terminó cuando los intereses que veían un riesgo en la Independencia vieron un riesgo en seguir bajo la Corona Española cuando ésta promulgó la Constitución de Cádiz que a los realistas novohispanos les pareció liberal en exceso, así que retomaron una vieja propuesta: Traer al Rey de España a gobernar a la Nueva España, (por cierto eso hicieron los brasileños con el Rey de Portugal), el problema eran los insurgentes que al mando de Vicente Guerrero seguían dando lata; no se podía entregar el trono de la Nueva España a Fernado VII en un estado de inestabilidad política, así que primero había que pacificar al país y luego traer a un rey.
El encargado de pacificar fue Agustín de Iturbide que aprovechó una invitación que Guerrero le hizo para sumarse a los insurgentes, para pactar la paz y quedarse él (Iturbide) con el poder traicionando así a los dos bandos, a los insurgentes y a los realistas con lo que preparó el trasero para recibir la patada que lo sacaría del país dejándolo listo para todo un siglo de más inestabilidad política.