Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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jueves, 8 de enero de 2009

Dicen los viejos de la comarca que la mejor película sobre el Che Guevara que se ha hecho es la que protagonizó Omar Sharif, pero como esa no la he visto pues no sabría decirles. La que sí ví fue La muerte del Che y la de Diario de Motocicleta y la más reciente sobre el tema , la protagonizada por Benicio del Toro que sí me gustó.
Esta basada en el libro que escribió el Che, Pasajes de la Guerra Revolucionaria, que al ser trasladado al lenguaje cinematógráfico no desmerece en nada. La actuación de Benicio es notable, pero la que me dejó sorprendido fue la de Demián Bichir, que no siendo santo de mi devoción en esta cinta hace un trabajo extraordinario al interpretar a Fidel Castro, se nota el trabajo documental que realizó Bichir, alguna vez supe que estudia mucho sus personajes , por ejemplo en la telenovela Nada Personal intrepretó a un policía y para ello se la pasó con una pareja de policías durante varias semanas estudiando su comportamiento.
En fin muy buen trabajo actoral en esta peli.

1 comentario:

Manuel dijo...

Pobre Che, si viera a su Cuba ahora:
Los humildes
Del blog de Yoani Sánchez:
Yo no había nacido cuando en abril de 1961 se declaró el carácter socialista del proceso cubano. “Esta es la revolución socialista de los humildes, por los humildes y para los humildes…” anunció Fidel Castro cerca de las premonitorias puertas del cementerio de Colón. Muchos que lo escucharon, jubilosos y optimistas, suponían que el primer propósito revolucionario sería que dejara de haber gente humilde. Con esa ilusión, salieron a defender un futuro sin pobreza.

Al observar a los actuales destinatarios de lo anunciado hace casi cincuenta años, me pregunto cuándo la prosperidad dejará de verse como contrarrevolucionaria. ¿Querer vivir en una casa a la que el viento no logre arrancarle el techo dejará de ser -algún día- una debilidad pequeño burguesa? Todas las carencias materiales que percibo cuestionan el sentido de este colosal vuelco en la historia del país, sólo para que dejara de haber ricos, al precio de que hubiera tantos pobres.

Si al menos fuéramos más libres. Si todas esas necesidades materiales no se plasmaran también en una larga cadena que hace a cada ciudadano un siervo del Estado. Si la condición de humildes fuera una elección voluntariamente asumida y especialmente practicada por quienes nos gobiernan. Pero no. La renovada exaltación de la humildad lanzada por Raúl Castro este primero de enero nos confirma lo aprendido en décadas de crisis económica: que la pobreza es un camino que lleva a la obediencia.

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