Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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martes, 13 de enero de 2009

Alguna vez, cuando era niño, mi abuelo (Don Frume para los cuates), me dijo que le hubiera gustado leer un libro de psicología que le enseñara a captar desde el primer momento las intenciones de toda persona que se acercara a él.
Yo he leído algunos libros de psicología y me parece que ese proyecto de mi abuelo no se hubiera realizado por esa vía. Ahora pienso que esa es una capacidad de unas cuantas personas excepcionales, de líderes natos ( en el verdadero sentido de la expresión , no como lo usan los gurús de la ideología empresarial que a cualquier pendejo le dicen ¡tú eres un líder!). Seguramente Alejandro Magno tenía ese talento, y Jesús, y Napoleón y Francisco Villa y Hitler y Gandhi y Fidel Castro (¿qué se necesita tener para que un hombre como el Che Guevara esté dispuesto a seguirlo a pesar de las condiciones más adversas?), dicen que también Charles Manson podía diagnosticar el espíritu de las personas.

Los que como yo, no tenemos ese talento, nos contentamos con elegir en algún momento entre confiar en todos o desconfiar de todos; todo depende de seleccionar una de dos hipótesis:
1.-La mayoría de las personas son buenas y podemos esperar lo mejor de ellas.
2.-La mayoría de las personas son malas y debemos esperar lo peor de ellas.

Al elegir una de las anteriores opciones tenemos una norma de vida para conducirnos entre la gente que nos rodea. Algo muy bueno sería encontrar el punto medio, saber cuando confiar y cuando desconfiar . Porfirio Díaz, en la entrevista con el periodista norteamericano Creelman dijo:
El individuo que apoya a su Gobierno en la guerra o en la paz tiene algún móvil personal ; ese móvil puede ser bueno o malo; pero siempre, siempre es en el fondo una ambición personal; el fin de todo buen Gobierno debe ser el descubrimiento de ese móvil , y el hombre de Estado debe procurar encarrilar esa ambición , en lugar de extirparla; yo he procurado ese sistema con mis gobernados, cuyo natural dócil y benévolo prestase más para el sentimiento que para el raciocinio, cuando se quiere hacer llegar a ellos la convicción. He tratado de comprender las necesidades del indivduo el hombre espera alguna recompensa aún en su adoración a Dios ¿Cómo puede un Gobierno exigir un absoluto desinterés...

Lo cierto es que para Díaz todo mundo quería lana, si algún ciudadano expresaba alguna crítica a su Gobierno Díaz decía: Ese gallo quiere su maiz. Y acto seguido lo maiceaba , es decir lo corrompía, pero si no se dejaba corromper , es decir, si se salía del esquema al que se supone obedece la naturaleza humana entonces lo trataba como loco o trataba de enloquecerlo con métodos como el que relata alguien que no se dejó maicear:
Alguna vez, cuando aún era joven , fuí internado durante semanas en un calabozo oscuro, tan oscuro que me impedía verme las manos. Esto aconteció en la Ciudad de México, durante aquel horripilante período en que Díaz imperaba con mano sangrienta.
El calabozo carecía de pavimento y constituía el piso una capa de fango de tres o cuatro pulgadas de espesor , mientras que las paredes rezumaban un fluído espeso que impedía secar las expectoraciones que negligentemente habían arrojado sobre ellas los incontables y descuidados ocupantes anteriores . Del techo pendían enormes telarañas desde las que acechaban enormes, negras y horribles arañas. En un rincón abierto en el albañal, había un agujero... era éste uno de los calabozos en los que el déspota acostumbraba arrojar a sus opositores con la esperanza de quebrantar sus espíritus, y fue una de esas cámaras infernales, tan sagazmente calculada para quebrantar, majar y estropear la voluntad más poderosa, de donde Jesús Matínez Carreón, el exquisito artista cuyas pinturas le conquistaron el reconocimiento de Europa y América, fue sacado agonizante y ciego para morir pocas semanas después en un hospital, presa de la tuberculosis. En mi horrible morada pude soportar el viscoso contacto con las paredes; mis pulmones, entonces jóvenes y sanos, pudieron resistir el veneno de aquella tumba; mis nervios aunque sensibles, pudieron ser amaestrados a mi voluntad, para responder con sólo un leve estremecimiento a los asaltos y mordiscos de las ratas en la oscuridad. Mi petate estaba húmedo , así como mi vestido; de vez en cuando un golpe en el petate o en el fango, o de mañana en mi cuerpo, me indicaba que una araña había caído y un estremecimiento recorría mi sistema nervioso. Pero pude soportar , todo menos la ausencia de luz.

Ricardo Flores Magón.


Curioso que todo aquel que levanta la voz sea tomado por loco antes y ahora. ¿Tú que le dirías a Díaz?

2 comentarios:

carlos dijo...

que pinche diaz loco. pero bueno, sobre lo primero, a mi me pasa que como que --por induccion-- vas medio resaltando caracteristicas de las personas que tienen un interes chaqueto al acercarte a ti --su mirada, su sonrisita, no se...-- y es ese tipo de personas de las que desconfias por mas que ellas pongan cara de buenas. y asi, como que la cuestion es abstraer caracteristicas generales, algo que se suele llamar "prejuicio" pero que en estos casos muy especificios me suele funcionar...

Indio Cacama dijo...

que bien

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