
Pedro Pablo Abarca de Bolea nació en el castillo de Siétamo en el seno de una ilustre familia aragonesa. Se educó en el Seminario de Bolonia (Italia) y en Roma. Siendo muy joven realizó muchos viajes por toda Europa recibiendo una sólida y liberal formación que pronto hizo que se le identificara con los filósofos y enciclopedistas.
En 1740, consolidada su vocación militar, entró a servir en el ejército con el marqués de Montemar y el general Gages. Más tarde se trasladó a Prusia, donde conoció a Federico el Grande; residió en París y regresó a España. Por su trabajo el rey Fernando VI le designó embajador en Lisboa; comenzaba así a tener influencias poderosas y a ganar popularidad. Reinando Carlos III conquistó el grado de capitán general y luego fue nombrado gobernador de Valencia, cargo al que tuvo que renunciar para presidir en 1765 el Consejo de Castilla y para ser capitán general de Castilla la Nueva (11 de abril de 1766). Se le consideraba anticlerical, librepensador impregnado de enciclopedismo y fundador de la masonería española.
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Respecto a la independecia de Estados Unidos escribió:
Esta república federativa (EU) ha nacido pigmea Mañana será gigante conforme vaya consolidando su consolidando su constitución, y después un coloso irresistible en aquellas regiones. En este estado se olvidará de los beneficios que ha recibido (de Francia y España) y no pensará más que en su engrandecimiento. La Libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en terrenos inmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarán a labradores y artesanos de todas naciones, porque el hombre va a donde piensa mejorar de fortuna y dentro de pocos años veremos con el mayor sentimiento levantado el coloso que he indicado. Engrandecida dicha potencia angloamericana, debemos creer que sus primeras miras se dirigirán a la posesión entera de las Floridas para dominar el seno mexicano. Dado este paso no sólo interrumpirá el comercio con el reino de México siempre que quiera, sino que aspirará a la conquista de aquel vasto imperio, el cual no podemos defender desde Europa contra una potencia grande, formidable, establecida en aquel continente y confinante con dicho país.
Para evitar la pérdida “de las ricas colonias”, proponía se independizaran de España y formaran reinos, conservando tan sólo Cuba, Puerto Rico “y algún otro punto en el continente del Sur“. Porque de otra manera la metrópoli perdería sus colonias, absorbidas por el vecino rapaz. “Estos no son temores vanos, sino un pronóstico verdadero de lo que ha de suceder infaliblemente dentro de algunos años, si antes no hay un trastorno. La condición humana es la misma en todas partes. El que tiene poder y facultad de adquirir, no lo desprecia ¿Cómo es posible que las colonias americanas cuando se vean en estado de conquistar el reino de México se contengan y nos dejen en pacífica posesión de aquel rico país? No es esto creíble, y así la sana política dicta que con tiempo se precavan los males que pueden sobrevenir”.
Carta tomada de la página de El Valedor.
Más o menos lo que ahora es la Comunidad Británica de Naciones era lo que proponía el Conde de Aranda, pero era una idea demasiado avanzada para las rígidas estructuras mentales de la monarquía española. Lástima.
De la sección de Recomendaciones, no se pierdan la actualización de Momento Económico que habla sobre las empresas mexicans ¿por qué a unas cuantas empresas como Cemex, Maseca y Bimbo les trajo beneficios el Tratado de Libre Comercio? Este y otros asuntos se tratan en Momento Económico. Y no dejen de hacer click en el artículo de Lorenzo Meyer.
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