
Yo creo que cada pueblo, cada nación, debe tener su propio cine, sus propias películas; porque en ellas queda plasmada la idiosincracia de dichos pueblos.
En el Cine Mexicano podemos ver como ha ido evolucionando la visión que los mexicanos tenemos de nosotros y del mundo, a que valores se le ha dado relevancia, que mitos, miedos; en fin cada película es un documento sociológico que nos sirve de espejo, tal vez medio chueco, y por eso nos da una imagen distorsionada de lo que hemos sido pero así nos hemos visto, por eso es importantísimo que, a pesar de la globalización y del monopolio holliwoodense, exista un Cine Nacional, para dejar registro de la época que cada generación de mexicanos ha construido.
Muchas figuras relevantes dió el cine mexicano en el pasado y yo creo que una de ellas fue Don Joaquín Pardavé; formado en lo que se conocía como "actores de la legua" , es decir dentro de las compañías teatrales itinerantes y de carpas, fue practicamente un "hombre del Renacimiento", pues además de ser actor dramático y comediante, era compositor, guionista y director. Sus canciones tienen una especie de ternura intencionada, es decir dice las cosas como que inocentemente pero "bajita la mano " planta el golpe , como en aquella canción que se llama "Ventanita morada" en la que dice: Yo no quiero ir a la guerra/porque no me importa nada.
Sólo de recordar alguna escena de Don Joaquín Pardavé ya me estoy riendo, pero lo que más me hizo reir fue la aclaración que Don Ismael Rodríguez hizo ante el crítico de cine Gustavo García sobre la muerte de Don Joaquín Pardavé. Resulta que una leyenda urbana ha sido que a Don Joaquín Pardavé lo enterraron vivo, don Ismael Rodríguez y sus comparsas de juerga siempre callaron al respecto pero después de muchos años y ya cercano a su muerte Don Ismael habló: Resulta que Don Ismael y Don Joaquín junto a un grupo de amigos se fueron de juerga a un burdel y allí estaban muy contentos cuando la prostituta que estaba en el cuarto con don Joaquín salió asustada diciendo que Don Joaquín estaba muerto, y efectivamente lo estaba, tuvo lo que se conoce como la muerte del caguamo, es decir murió mientras tenía un coito. Sus amigos se quedaron viendo a las caras sin saber que hacer, no querían llamar a las autoridades porque trascendería a los medios el lugar donde murió, se quedaron toda la noche discutiendo que hacer, hasta que decidieron lo siguiente:
Vistieron a Don Joaquín arreglálndolo lo mejor que pudieron, lo subieron a un automóvil, lo llevaron a la puerta de su casa, lo sentaron en el quicio, tocaron a la puerta y...¡se echaron a correr!

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