Humanismo es, en filosofía, la actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno de sus principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien. Esto podría parecer, a primera vista, algo obvio en nuestros días, pero no siempre fue así; todas las antiguas civilizaciones giraban en torno a la divinidad y el ser humano sólo era un ente secundario; todas las antiguas civilizaciones excepto una: los griegos.
Los griegos tuvieron el deseo, hasta entonces inédito, de comprender al ser humano y fueron los primeros en dar al hombre una dimensión universal, por ello tuvieron la tendencia de hablar en nombre de todos los hombres. Los griegos casi nunca practicaron el secreto, su preocupación era experimentar y comparar; por eso Herodoto se sorprende al ver en Egipto una cerrazón que no acostumbraba. En vez de decir:”Como Grecia no hay dos”, pensaron: “Como los griegos son todos los hombres”.
Uno de los primeros filósofos en quitar de su preponderante lugar a la divinidad y colocar en el al hombre fue Protágoras de Abdera, quien en su obra “Sobre los dioses” comienza diciendo: “De los dioses no sé decir si los hay o no los hay, porque son muchas las cosas que impiden saberlo, ya la oscuridad del asunto, ya la brevedad de la vida humana”. Lo procesaron por impiedad por eso. Entonces, dice Protágoras, “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son en cuanto no son.”
Los latinos, herederos de la cultura griega, mantuvieron la noción de humanismo: fue Terentius “El Africano” quien hace decir a uno de sus personajes: Homo sum: humani nil a me alienum puto.
Hombre soy: y nada de lo humano me es ajeno, resaltando el carácter de empatía que cada hombre debe sentir por sus semejantes.
El cristianismo reinterpretó la universalidad del humanismo:”Hay un lugar para todos en la mesa de mi padre”, y fue el mismo Jesús quien lo puso en práctica acogiendo a los pecadores, las prostitutas, los fariseos; y sin embargo fueron los detentadores de su doctrina quienes enterraron el humanismo y volvieron a colocar a la divinidad en el sitio preponderante y no fue sino hasta el Renacimiento que se volvió a hablar de Humanismo.
Los ideales humanistas fueron expresados con fuerza por otro estudioso italiano, Giovanni Pico della Mirandola, en su Oración, obra que trata sobre la dignidad del ser humano. El movimiento avanzó aún más por la influencia de los estudiosos bizantinos llegados a Roma después de la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453, y por la creación de la Academia platónica en Florencia. La Academia, cuyo principal pensador fue Marsilio Ficino, fue fundada por el hombre de Estado y mecenas florentino Cosme I de Medici. Deseaba revivir el platonismo y tuvo gran influencia en la literatura, la pintura y la arquitectura de la época.
La recopilación y traducción de manuscritos clásicos se generalizó, de modo muy significativo entre el alto clero y la nobleza. La invención de la imprenta de tipos móviles, a mediados del siglo XV, otorgó un nuevo impulso al humanismo mediante la difusión de ediciones de los clásicos. Aunque en Italia el humanismo se desarrolló sobre todo en campos como la literatura y el arte, en Europa central, donde fue introducido por los estudiosos alemanes Johannes Reuchlin y Philip Melanchthon, el movimiento penetró en ámbitos como la teología y la educación, con lo que se convirtió en una de las principales causas subyacentes de la Reforma.
Uno de los estudiosos más importantes en la introducción del humanismo en Francia fue Erasmo de Rotterdam, que también desempeñó un papel principal en su difusión por Inglaterra. Allí, el humanismo fue divulgado en la Universidad de Oxford por los estudiosos William Grocyn y Thomas Linacre, y en la Universidad de Cambridge por Erasmo y san Juan Fisher. Desde las universidades se extendió por toda la sociedad inglesa y allanó el camino para la edad de oro de la literatura y la cultura que llegaría con el periodo isabelino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario