Para que Claudia Sheimbaum entreue la Presidencia faltan

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viernes, 1 de abril de 2005


En esta semana murió Terri Schiavo y , hasta el momento de escribir estas líneas Juan Pablo II agoniza. Muchas reflexiones (reflexiones juar ,juar, más bien chatarra mental), me surgen por esto. Por ejemplo si Juan Pablo II sólo queda en coma y es mantenido vivo por medio del respirador artificial ¿seguiría siendo Papa?
Por otra parte , una persona cuya conciencia no se recuperará jamás porque su cerebro haya sido dañado ¿sigue siendo persona?
Si la escencia de la humanidad de una persona está determinada por sus facultades mentales en pleno , cuando estas se pierden ¿deja de ser humano y se conviete en sólo un organismo?
De ser verdad lo anterior. ¿Un feto es humano o sólo es un organismo?
Dejo la palabra a uno de mis gurús Luis González de Alba:
Lunes 28 de marzo de 2005
En las manos de Dios

Vamos a suponer que usted es creyente: ¿no debería dejar “en las manos de Dios” a la persona mantenida con vida artificial? Son los grupos religiosos que exigen la perpetuación de esa “vida” quienes obstruyen la voluntad divina cuando mantienen vivo a un cuerpo con base en respiradores, sondas alimentadoras, sondas excretoras. Esas intervenciones forzadas se justifican plenamente cuando se presenta una crisis que, una vez salvada, restituirá al paciente su vida. Yo vi a un querido amigo crucificado entre formidables aparatos de terapia intensiva: padecía una septicemia, una infección generalizada, que sin toda esa tecnología lo habría llevado a la muerte en cuestión de horas.
Años después fui enfrentado a decidir sobre lo mismo cuando, quien más quiero, necesito respiración artificial por varios días o moría de asfixia. Mi decisión la esperaban los médicos en minutos. Opté por emplearlo todo, corriendo el riesgo de ni siquiera verlo morir conmigo, sino recibir el aviso en la sala de guardia. Ambos casos andan allí por el mundo, sanos y salvos: superada la crisis infecciosa en un caso, la respiratoria en otro, el cuerpo tuvo tiempo para reparar los daños. No había garantías pero el intento debía hacerse.
Todos los esfuerzos se justifican cuando hay una crisis, que una vez superada, devuelve la normalidad. Pero si el cerebro quedó irreparablemente dañado por una prolongada ausencia de oxígeno o por una infección viral que devoró pedazos ; cuando la conciencia, la humanidad que hace persona a la persona , está apagada, mantener ese cuerpo inerte con vida artificial “es jugar a ser Dios”, dijo Román Revueltas con una expresión que a muchos nos ha pasado por la cabeza: deben sentirse Dios o el barón Frankestein, para decidir que no ha llegado el momento de la muerte para un cuerpo muerto en todos los aspectos: un aparato infla y desinfla los pulmones, otro mantiene el ritmo cardíaco de un corazón inerte, otro señala en la pantalla la línea recta de un cerebro muerto . Los egipcios empleaban momificación para dar vida eterna; nosotros, tecnología médica: aparatos de acero, aluminio y titanio relucientes para dar vida a los muertos.
Cuando la conciencia persiste en un cuerpo, muerto para todo efecto práctico, la persona debe tener, sin duda alguna, la última decisión: un cuadriplégico, paralizado del cuello a los pies, puede optar por una silla de ruedas de alta tecnología y dar conferencias por el mundo a quienes padecen lo mismo como el actor Christopher Reeve, nada menos que Supermán. Otros, ante una enfermedad degenerativa, pueden seguir produciendo, con un cuerpo inmovilizado, física y astrofísica que el mundo aguarda expectante, como Stephen Hawking. Otro, como Ramón San Pedro, el caso real de Mar adentro, la desgarradora película española, pueden gritar que sólo desean la muerte: muy su derecho. Señala el abogado de San Pedro… (El de Ramón pues), la notoria incongruencia de la ley que, cuando un suicida no alcanza su objetivo jamás lo procesa por intento de homicidio, pero sí a quien lo ayuda. Muera o no.
En estos casos de parálisis hay pleno uso de las facultades mentales, no de las corporales: Pero lo que nos hace humanos: la razón, la decisión , la libertad, está allí y, en el caso real de Ramón San Pedro, vemos a la abogada , con los primeros síntomas de una enfermedad degenerativa incurable, no tomar a tiempo la decisión de no convertirse en maceta …y convertirse en eso, en lo que le producía terror… y preguntar desde su silla de ruedas ¿qué Ramón?...Que es el momento, y no la muerte lúcida de Ramón, en que brotan algunas lágrimas en la sala de cine. No actuó a tiempo y ahora el esposo, sabiendo que ella había decidido morir, ya no puede hacer nada sin enfrentar graves cargos. Hechos reales que se repiten todos los días a lo largo y ancho del mundo.
En el caso de Teri Schiavo, inconsciente y alimentada por sondas hace 16 años, el esposo supo a tiempo cuál era la voluntad de ella. Los padres demandan, hasta la Suprema Corte de Estados Unidos, que no se respete la voluntad de esa mujer, expresada en mayoría de edad y pleno uso de sus facultades mentales. No deja de ser irónico que el apellido italiano de su esposo signifique “esclavo”. Y no es casual que, luego de 26 años de esclavitud cuidando a Ramón, su hermano mayor estalle en una diatriba donde le recuerda que “nos esclavizaste a todos, a mí que dejé de ir a pescar al mar, a mi esposa, a mi hijo”. Recriminación particularmente injusta porque el pobre de Ramón lo único que les pide, a gritos, es morir, que ya no lo cuiden. Podrían tomarse unas vacaciones de él.
¿Tiene el Estado, un juez, derecho a esclavizar a una familia por los años que dure el bulto que es necesario mantener vivo? ¿ A llevarla , además a la quiebra porque el juez lo ordena , y el arzobispo también , pero ninguno lo cuida ni menos paga los gastos? No sabemos nada de la esclavitud de la familia Esclavo, la de Terri. Pero de que Schiavo es esclavo, no hay duda .Y ¿cuánta gente más lo es?
Una ley sensata y humanitaria debería establecer que la desconexión de un paciente es obligada, por razones de caridad, cuando la pérdida de conciencia es irreversible, por ejemplo cuando desaparecieron las partes del cerebro, como ocurre en casos virales, cuando un tumor destruye el tejido cerebral o, como en el caso de Terri, si la falta de oxígeno dañó irreversiblemente la corteza cerebral” hasta nuevo aviso” (como dice Revueltas), o sea hasta que la ciencia pueda producir ese tejido. No es imposible si la investigación sobre células madre deja de tener los obstáculos que se le han levantado.
Pero los mismos que ordenan la esclavitud de Schiavo son los que prohíben la investigación genética que podría, en algún momento de este siglo, reparar el cuello de los Ramones, la atrofia muscular de los Hawking. Impiden la consumación de la voluntad divina (digo, para quien sea creyente en eso), cancelan el derecho a morir con el menor sufrimiento (digo, para todos) y, además, obstruyen la investigación médica que podría ofrecer, no la desconexión y muerte, sino alternativas terapéuticas en unos años. Y eso que defienden la vida, qué tal si no…



 Posted by Hello

3 comentarios:

carlos dijo...

Psss desde un punto de vista incluso utilitarista -y siguiendo de cerca a filósofos como Singer- un ser se gana el derecho a la vida desde que lucha por mantenerla. Este camino llevaría a estar a favor del aborto y de la eutanasia, así como en contra de comer animales y plantas -quienes también luchan por mantener su vida.
Aunque tiene sus ventajas innegables -como la ayuda categórica a los pobres-, creo que es una ética en algunos aspectos simplista: ¿podemos, entonces, argüir que un cerdo maduro vale igual que un bebé? ¿deja un anciano -que no un desahuciado, en eso no me meto- de desear la vida cuando no puede ya luchar por ella?
Etcétera.

Indio Cacama dijo...

Tal vez ese anciano lo desee en algún momento del día , tal vez en otro momento desee con todo su ser la vida por mucho tiempo, no sé , cada anciano tendrá su opinión al respecto. La mía , ya lo he dicho , es que viviré hasta que pueda ir a cagar por mi propio impulso , cuando eso ya no me sea posible : adios.
Este asunto de las personas incapacitadas para valerse a si mismas hasta en sus necesidades más básicas me recuerda el relato ese loquísimo de Kafka: La metamorfosis ; Gregorio Samsa es cada una de estas personas y al paso del tiempo sus familiares van tornando sus sentimientos hacia él en fastidio porque no se muere.

carlos dijo...

Pero Samsa no pierde la esperanza, esa es la onda. Cuando de plano se harta, se muere y la sirvienta lo encuentra morido. O eso se insinúa...
Creo que era uno de esos pueblos de Oaxaca de la época precolombina que tenían una obsesión por la belleza, y habían cuevas donde los viejos y los feos iban voluntariamente a morir... qué locuaz

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